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Por César Campoy.

Con la elección de este tema y de esta intérprete, una vez más, nos enfrentamos a una disyuntiva difícil de resolver. Estuvimos dudando, como en otras ocasiones, a la hora de incorporarlos a nuestro listado de Sevdalinkas, pero, finalmente, estimamos que merecían, de sobra, ese honor. ¿Las razones? En primer lugar, Radmila Dimić no es una intérprete pura y dura de Sevdah. Nacida, en 1922, en el mismísimo corazón de Serbia, más en concreto, en la localidad de Saraorci (en Smederevo), siendo una veinteañera se convirtió en una de las voces destacadas de Radio Belgrado. A partir de ahí, su carrera musical estuvo ligada, sobre todo, al folclore serbio, y logró un grado de popularidad innegable en toda Yugoslavia (y en otras partes de Europa, ya que discos grabados por ella fueron editados en países como Bulgaria o España). De hecho, incluso coqueteó con la gran pantalla en Hanka, la cinta con la que Slavko Vorkapić (fallecido en 1976 de un ataque al corazón, en Mijas) acudió al Festival de Cannes en 1956. En ella interpretó la siempre melancólica Gde si dušo, gde si rano; la misma pieza que, medio siglo después, registro Amira Medunjanin, junto a Merima Ključo, en aquel mítico Zumra (Gramofon, 2008). Además, el avispado oyente ya habrá apreciado que su registro de voz es más propio de terrenos líricos que del género que nos ocupa. Este punto, no obstante, tampoco debería importarnos demasiado, ya que, sobre todo en las primeras décadas del siglo XX, la sevdalinka, en muchas ocasiones, fue interpretada por voces procedentes del academicismo más puro, o, al menos, curtidas en texturas similares, como las del tenor Mijat Mijatović, Vukašin Vule Jevtić, Angelina Vlajkovich o el mismísimo Edo Ljubić. Y no debemos olvidar que, sin duda, todos ellos colaboraron en el renacimiento del universo Sevdah.

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Radmila, sonriente

Además, retornando a la cuestión sobre si Radmila fue o no una intérprete de sevdalinkas, está claro que tampoco lo fueron, en el sentido más estricto del término, otras grandes voces balcánicas como las montenegrinas Ksenija Cicvarić o Branka Šćepanović, así como la macedonia Violeta Tomovska, o los serbios Zorica Brunclik y Predrag Gojković Cune, pero resultaría injusto no hacer ciertas excepciones que consiguen enriquecer el universo que nos ocupa. Es más, si nos pusiéramos exquisitos en lo que a lugar de nacimiento o posibles coqueteos con otros géneros tradicionales de Yugoslavia se refiere, correríamos el peligro de relegar a figuras tan trascendentales de la sevdalinka como Nada Mamula, Rejhana Osmančević, Mirko Rondović o Vasilija Radojčić al pelotón de los impuros. Por si esto fuera poco, en defensa de Dimić, en su repertorio no tan sólo nos topamos con sones serbios, sino que también incorporó composiciones consideradas sevdalinkas como Bulbul mi poje (sí, la misma que bordó Dragica Barić), Da zna zora, Zapjevala bulbul ptica (que, mira por dónde, también se cantó Ksenija Cicvarić), Kiša pada, trava raste, Sinoć mi dragi dolazi o Rumena mi ruža procvala.

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Grabación histórica

Algo parecido, pensarán algunos, podría suceder con el tema que nos ocupa. ¿Es una sevdalinka, o no lo es? Muy pronto justificaremos, tanto nuestra duda, como nuestra respuesta afirmativa. Antes de ello, reforzaremos nuestros argumentos en la respuesta que Damir Imamović uno de los artistas y estudiosos del universo Sevdah con más argumentos y credibilidad del siglo XXI nos brindó ante tanta incertidumbre: «Considero, totalmente, Ko t’ pokida sa grla djerdane una sevdalinka. Para mí, Sevdah es un fenómeno más amplio e incluye también su fase romántica, a la que pertenece esta canción (fue escrita por Aleksa Šantić). En cuanto a Radmila, es una de esas cantantes que no son cantantes estrictamente de Sevdah, pero hizo una contribución enorme al género».

Efectivamente, como adelantaba el propio Imamović, la letra de Ko t’ pokida sa grla djerdane procede del impresionante legado literario de Aleksa Šantić. Simplemente este argumento debería servirnos para catalogar este tema como parte del universo Sevdah. Como el lector sabrá, el inmortal escritor de Mostar firmó los textos de algunas de las sevdalinkas más inmortales de la historia. Entre ellas, las míticas Hasanagin Sevdah (Što te nema) o Emina, pero también otras como Bulbul pjeva okolo Mostara (a partir de Behar, y con música de Stevan Hristić) o Leptirići mali. En este caso, Ko t’ pokida sa grla djerdane surge del poema Pod jorgovanom, concebido, a finales de 1907, a partir de otro texto del mismo autor, titulado Jela. Mientras que este último comienza así: «Ko poškropi tvoje kose, Jelo / Ko orosi tvoje lice b’jelo? / Jutros stajah ispod jorgovana / Pa me rosa pokapa sa grana», y más tarde sigue con «Za đerdan mi zape rosna grana / Pa se prosu ispod jorgovana», Pod jorgovanom, en el cual se inspira la letra del tema que nos ocupa, se inicia así: «Ko ti šćeri, pokida đerdane? / Ko ti prosu biser i merdžane? / Jutros rano ja u baštu, mati / Odoh prve jorgovane brati», y sigue con: «Za đerdan mi zape rosna grana / Pa se prosu ispod jorgovana…».

DaZnaZora

Un clásico del Sevdah, Da zna zora

En cuanto a la nacionalidad de la criatura, no obstante (ya lo apuntábamos) hay voces discordantes que aseguran que, pese al origen textual de Šantić, esta canción es una pieza netamente serbia, ya que forma parte de su folclore, muchos son los artistas de aquel país que la han interpretado, y su música es cosa del doctor Jovan Popović, un oftalmólogo de la Vojvodina (más en concreto, de Zrenjanin) que dio vida a su melodía en 1912. La consideración serbia de la pieza llega a tal extremo, que en las galletas de algunas de sus grabaciones (incluso la mayoría llevadas a cabo por Radmila), ni tan siquiera aparece la referencia al pobre Jovan, sino un explícito Pjesma iz Srbije (o Pesma iz Srbije), es decir: Canción de Serbia. Eso no quiere decir que, con el paso de los años, tantas hayan sido las gargantas del universo Sevdah que la han interpretado (lo veremos poco después), que sería absurdo negar su condición de sevdalinka con todas las de la ley.

Aclarado (esperamos) este asunto tribal, identifiquemos Ko t’ pokida sa grla djerdane en la cosecha sonora de Radmila Dimić, la voz que, sin duda, consiguió popularizarla. La que nos ocupa, probablemente, es una de las primeras grabaciones que la artista realizó, siendo apenas una veinteañera, junto a la orquesta de Radio Belgrado, una de las canteras  musicales más importantes de los Balcanes. Consta, de hecho, una edición firmada por Jugoton, de 1956, completada, en su cara B, con otro de los éxitos de Radmila: Što grad Smederevo. Los arreglos para cuerda y la dirección con cosa del inmenso violinista Vlastimir Pavlović Carevac (lo de Carevac, que le quedó como apelativo cariñoso, efectivamente, se debe a que nació en aquella localidad), pieza fundamental de la Narodni Orkestar Radio Beograda (fue uno de sus fundadores, y la dirigió hasta su muerte), y uno de los intérpretes más virtuosos y carismáticos de toda Yugoslavia. Como el lector adivinará, en los siguientes lustros siguieron apareciendo reediciones de esta preciada joya, como la que formaba parte del epé que encabezaba esta composición, publicado por PGP RTB y que completaban Ko ti kupi, Fato, Bolna leži Andjelija mlada y Oj, devojko, mlada.

Epe

Nuestro tema, en color

En cuanto a la historia que nos brinda Ko t’ pokida sa grla djerdane, basada en el texto de Santić, nos hallamos ante un diálogo entre una madre y su hija. La lograda narración de Aleksa está repleta (como otras muchas sevdalinkas) de dobles sentidos, que el oyente avispado muy pronto captará. El título, ya lo dice todo: ¿Quién ha roto las joyas de tu cuello? Así se dirige la mosqueada madre a la jovencita, después de temerse lo peor. «¿Quién ha esparcido tus perlas y corales?», continúa. La zagala, abrumada e, intuimos, sonrojada, trata de salir por peteneras afirmando que esa mañana, muy temprano, salió al jardín a recolectar los primeros lirios de la temporada, y que una rama cubierta de rocío se atascó en su collar, armando la marimorena.

La madre, que se las conoce todas, contraataca con un: «¿Y por qué tienes esos ojos tan borrosos, como si no hubieras dormido nada?». A estas alturas, el tío Santić decide echar toda la carne en el asador y hace que la mozalbeta suba la apuesta con un: «De la rama de un árbol, un ruiseñor estuvo cantando toda la noche. Lo estuve escuchando hasta el amanecer». La joven añade que la canción era tan bella, que de la alegría no pudo dormirse. La interlocutora, que peina canas, finalmente, decide no andarse con tonterías, y va directa al grano: «¿Y quién ha deshecho tu chaleco?». La hija, agárrense, no se lo piensa dos veces, y al ver que su progenitora no tiene pelos en la lengua, le recuerda, mientras espera escuchar los vítores y oles de los vecinos cotillas, que ella también fue, un día, joven, y que tanto su indómita juventud como el amanecer han sido los causantes de que su chaleco se rompiera para mostrar toda la exuberancia que esconde.

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El profesor Carevac y la orquesta de Radio Belgrado

La interpretación que nos ocupa, evidentemente, gira en torno al agudo, educado y abrumador registro de Radmila y su diálogo con la orquesta de cuerdas dirigida por un Carevac cuyo violín manda, y marca la pauta a seguir. La pieza, de hecho, se inicia con una breve introducción en la que el instrumento del maestro muestra la senda de entrada. Inmediatamente, Dimić desparrama un virtuosismo que, en torno al minuto, muestra su vena más lírica y su registro más académico, tal vez, para algunos oídos, demasiado evidente. A partir de aquí, las breves instrumentaciones van marcando las transiciones de diálogo. En todo momento, el tempo es reposado, tan sólo interrumpido por esos agudos puntuales. Como podrá comprobar el oyente, se trata de una ejecución sin artificios, pero muy bella en su desarrollo.

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En la casa de Svrzo, con Damir

Por lo que respecta a otras revisiones de este interesante Ko t’ pokida sa grla djerdane que nos ocupa hoy, existen referencias de su existencia sonora registrada desde principios de siglo. Posiblemente, una de las primeras de ellas fue la grabada, en la segunda década del siglo XX, por el pionero (ya mencionado) Mijat Mijatović, bajo el título Tko pokida sa grla djerdane (repárese en el peculiar registro, también arriba apuntado), para el mítico sello de Zagreb Edison Bell Penkala Record, una discográfica surgida de la unión, en 1908, de Edison Bell England y el incansable inventor croata Slavoljub Penkala.

Casi medio siglo más tarde, ya en la década de los 70, intérpretes como Rade Mladenović (en su disco Kad ja pođoh, draga, editado en 1971 por Jugoton) y Mira (en el epé que encabezaba Rodjo moj, y publicado por PGP RTB, en 1977) también rindieron tributo a esta joya sonora, al igual que figuras indiscutibles del Sevdah como la propia Nada Mamula (al menos, en un par de ocasiones).

Y hablando de leyendas del género, nada más y nada menos que la inmortal Emina Zečaj, en una de sus últimas referencias, de título homónimo, editado por Gramofon en 2008, revisitaba este clásico, acompañada del acordeón de Avdaga Buzar.

No obstante, tal vez uno de los homenajes más sensibles del siglo XXI ha venido de manos del mismísimo Damir Imamović, confirmando su defensa de este Ko t’ pokida sa grla djerdane como una sevdalinka en toda regla. La interpretación de Damir (a voz y guitarra), sencilla y sentida, forma parte del disco en vivo Svrzina kuća, registrado, en tan singular construcción, en dos noches mágicas de julio de 2011.

Un pensamiento en “Ko t’ pokida sa grla djerdane – Radmila Dimić

  1. Si sevda linkas funciona, es que estás bien… y eso me mola…

    mecagonto ono što pomiče to pivo mi ćemo ugodnije u koliko vidimo …

    Un abrazo fuerte Campoy…

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