Por César Campoy.
No encontramos mejor motivo para celebrar nuestras 50 sevdalinkas que recuperar una de las piezas básicas del universo Sevdah. Sin duda, una de las más grandiosas creaciones que ha dado el género en sus siglos de existencia. Hasanagin Sevdah (Što te nema), también conocida como Što te nema, a secas, es una pieza basada en un celebérrimo poema de uno de los escritores más recordados de Mostar, Aleksa Šantić, nacido en el seno de una familia serbia en el corazón de Hercegovina, en 1868, y fallecido en 1924. Incansable en su pasión por el arte, dirigió la publicación Zora, y basó buena parte de su existencia en reivindicar las raíces de su pueblo y tocarle las narices al poder establecido (sobre todo, al del ocupante austro-húngaro), en una época en la que los Balcanes vivieron de manera más que agitada. Amante, hasta la extenuación, de su ciudad natal, algunos de sus poemas, como este Što te nema o el inconmensurable Emina, se convirtieron en fuente textual para construir algunas de las sevdalinkas más celebradas.
El propio Šantić encontró parte de su inspiración en un género que siempre ha tenido en Mostar uno de sus centros neurálgicos. Eso explica ese aire melancólico, romántico, nostálgico o taciturno de muchas de sus creaciones, y el hecho de que no pocas de ellas tuvieran como destino convertirse en piezas musicales (además de las nombradas, otras como Gondže ružo u zelenom sadu o Ko ti, kćeri, potrga đerdane). El Doctor Polovina, del que ya hemos hablado, largo y tendido, en Sevdalinkas, lo tuvo claro, de la misma manera que buena parte del sector más cultivado del ambiente musical tradicional de la región, aquel que, afortunadamente, prevaleció y dotó al género de un componente intelectual perfectamente mixturado con el comercial y popular.

¡Cuidado! Esta portada es histórica
Ese espíritu fue el que, en 1964, hizo posible que el bueno de Himzo, uno de los pilares más cultos de su generación, contara con el concurso de, nada más y nada menos, que del acordeonista y director Ratomir Petković y su orquesta, para construir uno de los sencillos imprescindibles del Sevdah: el compuesto por, en su cara A, Emira, y, en su cara B, precisamente, Hasanagin Sevdah (Što te nema). Apenas seis años antes, Polovina había comenzado a registrar sus primeros discos. Uno de ellos (fíjense si el hombre tenía claro el sendero a seguir), en 1958, se abría con el mencionado Gondže ružo u zelenom sadu de Šantić, y (seguimos para bingo) tuvo el concurso de Jovica Petković, hermano de Ratomir (con ambos mantuvo, de hecho, una relación fructífera).
Así pues, ese 1964 vio la luz aquel deslumbrante sencillo, editado por Jugoton, convertido en un evidentísimo homenaje al poeta de Mostar, por parte de Himzo y su círculo más cercano. El éxito de la referencia hizo que, tan sólo un año después, fuera reeditada. En 1970, el sello tuvo la excelente idea de agrupar, en otro imprescindible vinilo (éste, en formato elepé), algunas de las mejores interpretaciones de Polovina. Por supuesto, Hasanagin Sevdah (Što te nema) era una de ellas. Aquel disco, era de prever, ha sido felizmente reeditado en numerosas ocasiones.
Posiblemente, los entendidos en el género considerarán que no es necesario, pero aprovecharemos la coyuntura para aclarar que el tema que nos ocupa poco tiene que ver con otra pieza mágica, Što te nema dragi da mi dođeš, igualmente reivindicable, por otra parte, y que forma parte del repertorio de grandes artistas de la talla de Safet Isović, Zehra Deović, Emina Zečaj, Ksenija Cicvarić, Nada Mamula, o el Sevdah Takht de Damir Imamović, y que, por cierto, se convirtió en uno de los contados testimonios sonoros de la colaboración entre el propio Damir y Božo Vrećo. Poca broma, ¿no?

Sí, la contra también es histórica
Regresemos, no obstante, a este embriagador Hasanagin Sevdah (Što te nema), cuya traducción vendría a ser ¿Por qué no estás aquí? Como el lector adivinará, se trata de una canción de amor, inspirada en aquel poema que Aleksa escribió a punto de cumplir los 30 años, en el cual un amante llega a la conclusión (o más bien, nosotros) de que anda un tanto obsesionado con su amada, ya que imagina incontables situaciones, y en todas ellas acaba preguntándose lo mismo: ¿Por qué no estás aquí? Sencillo, pero tremendamente efectivo y estremecedor, ¿no creen?
Como era de prever, tamaña creación artística no podía ser registrada de manera chapucera, así que los responsables del sello confiaron a ciegas, en Ratomir y Himzo, un encargo que debía ser cocinado a fuego lento para que su resultado, como así se demostró, llegara a ser tan espectacularmente cautivador y sentido. Posiblemente, la de Hasanagin Sevdah (Što te nema) se encuentre entre las diez mejores interpretaciones que Himzo realizó a lo largo de su dilatada carrera. Se evidencia el cuidado con que se construyó un desarrollo, producido y grabado con brutal mimo para que, no obstante, todo acabara sonando tan profundo y natural. Estamos hablando de, prácticamente, siete minutos y medio de desarrollo musical, algo inusual, hasta el momento, en el mundo de la sevdalinka.
Repárese en la exquisita introducción a cargo del maestro Petković y su orquesta. Pocas veces, la comunión de tantos acordeones alcanzaron tamañas cotas de perfección sensorial. Medio minuto después (ya es momento de cerrar los ojos), entra un brillantísimo Polovina, seguro, pero flotando en una suerte de alfombra de terciopelo. «Callar todos» (sic), que diría la Piquer en En tierra extraña. Silencio absoluto para que la voz del Doctor inicie una travesía que hará que las almas puras rocen el cielo. «Što te nema. Što te nema»… En ese momento, Ratomir da, sigiloso, la orden: casi sin que nos demos cuenta, un acordeón comenzará a mecer la voz de Himzo, justo antes de, ya a ritmo de majestuoso vals, brindar al respetable el grueso de la canción (cuidado con las constantes pinceladas). De pronto, nueva pausa, y el bueno de Polovina, experto en estos menesteres, comienza a recitar con evidente maestría (lo hizo, también, como ya vimos, en aquel Telal viče), avivando la llama de la melancolía. Escuchar esta parte del tema, automáticamente, nos traslada a orillas del Neretva, más en concreto, a una tarde de finales de septiembre. A la otra parte del helado río, el Doctor y el Poeta, sentados el uno junto al otro, con la mirada perdida.
Acto seguido, vuelve a sonar el ritmo de vals, que nos abre las puertas de la segunda mitad de este Hasanagin Sevdah (Što te nema). Himzo tira de esa facilidad que tiene para no llorar con su interpretación, pero sí provocar el llanto en quien le escucha. Y, así, despacito, de la mano, instrumentación y voz se dirigen, sin remisión, hacia orillas del río. Y, cuando menos nos lo esperamos, en un descuido, desviamos la vista para, al volver a mirar hacia allá, ya no ver a nadie. Tan abrupto es el final de un tema tan estudiado en su desarrollo.

Una compilación de infarto
Por lo que respecta a otras versiones de este Hasanagin Sevdah (Što te nema), coincidiremos todos en que, haberlas, las puede haber, y muchas; pero, de calidad, contaditas, sí señor. Nosotros, personalmente, nos quedaremos con tres de ellas, curiosamente, realizadas por nuevas generaciones de músicos de la región.
La primera, registrada por la inimitable voz de Jadranka Stojaković, y editada en aquel disco, Svitanje (Diskoton, 1981). Sin duda, una de esas interpretaciones que son capaces de dejar sin respiración al más chulito.
En segundo lugar, no podemos dejar pasar la ocasión de volver a reivindicar la figura de la Dama del Sevdah actual: Amira. Ella, en su disco de 2014 (vía Aquarius) Silk & Stone, y con la connivencia del gran guitarrista Boško Jović, se marca una revisión que pocos son capaces de igualar. Tal vez, tan sólo las gentes de Mostar Sevdah Reunion que, en 2013, y bajo el amparo del Snail Records de Dragi Šestić, se marcaron un disco, Tales from a forgotten city, destinado a establecer diferencias en aquella guerra absurda entre las dos formaciones que se disputaban la titularidad de la marca. Con este trabajo, difícil y elegante, Šestić y los suyos intentaron dotar (si, con el paso del tiempo, lo han acabado consiguiendo, es otro asunto) de un elemento menos trivial a un sello, el de Mostar Sevdah Reunion, muy estereotipado. Con su adaptación del Što te nema, sin duda, contribuyeron a ello.
¿Por qué no estás aquí?
¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no estás aquí?
Cuando en un joven campo de flores,
la silenciosa medianoche ata las perlas
y un deseo vuela a través de mi pecho.
¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no estás aquí?
Cuando estoy descansando en mis sueños,
y mi alma está preparada para la paz,
una pequeña voz susurra en mi corazón:
¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no estás aquí?
Todos los senderos han florecido,
como en aquellos hermosos días.
Y, ahora, las rosas se impregnan del rocío
del agua clara de la primavera.
Bajo el rocío, un jacinto está observando.
De las flores el olor se entrelaza.
Pero, para mí, es como si estuvieran todas gimiendo
y derramando lágrimas de dolor.
Eh, mi pequeño caballo blanco,
¿Dónde está ese período?
¿Dónde estan aquellos dias,
cuando mi corazón estaba lleno de satisfacción?
¿Sabes de aquellos momentos?
El último sol brillaba.
Las puntas de los minaretes ardían como el fuego,
Y en todas partes del jardín se entremezclaba el perfume de las rosas.
Regresábamos de cazar, del bosque,
Y ella estaba de pie, junto a sus ventanas con rejas de hierro,
más hermosa que la noche y el amanecer de la mañana,
esperandome.
Observando y contando las horas hasta el momento en que yo pasara.
Y, cuando me acercara,
la saludaría disparando unas cuantas balas.
Ella, desde las ventanas, inmediatamente,
tiraría rosas y encantadoras flores,
que caerían sobre mí como la nieve.
Suaves copos de nieve caían en silencio,
como si sintieran una sevdalinka.
¡Oh, de cuánta luz estaban llenos aquellos días!
Pero, ahora, por todas partes, hay nubes oscuras y tinieblas.
¿Verdad, mi pequeño caballo?
¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no estás aquí?
Cuando amanece por el Este brillante,
en el parpadeo de las perlas,
entonces, mi corazón susurra una canción:
¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no estás aquí?
Tanto en el momento de exhuberante felicidad,
como cuando el dolor está listo para el suspiro,
mi amor comienza una canción:
¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no estás aquí?
Cuán miserable es mi corazón,
como si alguien lo apuñalara.
Y está llorando y preguntando:
¿Adónde se fue mi Zejna?
¿Es el amanecer de la mañana pecaminoso,
o la estrella brillante en el cielo?
Posiblemente, es mi amor, que es pecaminoso,
como la llamada de un pájaro en su nido.
¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no estás aquí?
Traducción (bastante) libre: César Campoy