Por César Campoy.
Las buenas almas y, sobre todo, los amantes de lo Sevdah, entenderán perfectamente que volvamos a recurrir al buen hacer y la sapiencia del Doctor Himzo Polovina. Él fue quien inauguró este foro con su grandiosa interpretación del Kad ja pođoh na Bembašu, y a él nos encomendamos, meses después, para recuperar su mágica revisión del alegre Mila majko, šalji me na vodu. Así pues, quien frecuente habitualmente este Sevdalinkas sabrá perfectamente que nos hallamos ante una de las voces imprescindibles de la tradición sonora balcánica. Que este hijo de Mostar, reputado neuropsiquiatra dotado con una voz asombrosa, es uno de los mitos elementales para entender y sentir los ritmos y la filosofía que nos ocupan.
Y hemos retornado al bueno de Himzo, precisamente, para tirar de una de sus primeras interpretaciones de la década de los 60. Un tema repleto de sensibilidad y misticismo. Cuentan las crónicas que Polovina llegó a registrar dos versiones de este Telal viče. De hecho, dos son, al menos, las que se conservan. Nosotros hemos optado, ya que nos ponemos a ello, por glosar las maravillas de la de más larga duración. No obstante, yendo más allá, y para ser más correctos, deberíamos añadir que el Doctor también llegó a grabar, para los archivos de Radio Sarajevo, una revisión de Alija se do jezera krade, pieza que, con diferente texto, respeta, al pie de la nota, la melodía del tema que analizamos.
La primera referencia discográfica que, nos consta, grabó de esta composición tradicional nuestro protagonista, data de 1963. Aquel año, el mítico sello Jugoton editó un sencillo de dos temas que, en su cara B, incluía el Prošetala Suljagina Fata (vamos, lo que viene siendo el popularísimo Lijepi li su mostarski dućani). Acompañaba a Himzo el coqueto sexteto Slobodan Princip-Seljo. Tres años después, en 1966, la misma Jugoton tiraba de archivo y, con un Polovina convertido, ya en estrella, se marcaba un increíble epé de cuatro canciones compuesto por las que acabamos de mencionar (iban como cara B), y dos sevdalinkas más que abrían dicho vinilo. Se trataba de Stade Se Cvijeće Rosom Kititi y un clásico popular, el celebérrimo U Lijepom Starom Gradu Višegradu, de Dragiša Nedović. Estos dos temas, que contaron con el concurso de la Tamburaški Orkestar de Radio Sarajevo, curiosamente, habían sido registrados, nada más y nada menos, que en 1958, en la que es, sin duda, una de las primeras referencias del Doctor. De esta manera, la compañía discográfica yugoslava reunía, en una sola placa sonora, dos de los sencillos con más solera editados hasta el momento del que se convertiría en una de sus estrellas indiscutibles. Por supuesto, este Telal viče pasó a formar parte, desde 1970, de innumerables recopilatorios que incluyeron los éxitos más sonados de nuestro admirado artista, y que fueron reeditándose a lo largo de los siguientes lustros.
El título de nuestro tema ocupa podría traducirse por algo así como Pregonero, grita. De hecho, la primera frase de Telal viče vendría a rezar: «Pregonero, grita de la mañana a la noche». La letra nos traslada, como muchas del género, a los tiempos en los que el Imperio Otomano dominaba buena parte de los Balcanes, y prácticamente toda Bosnia-Herzegovina, y más en concreto, a un konak, la residencia propia de la burguesía turca.
Por otra parte, la interpretación que nos ha encandilado comienza con una sentida y dolorosa introducción de acordeón, a la cual responden, de inmediato, varios instrumentos. A partir de aquí, un ritmo cadencioso, repetitivo y marcado, acompaña a Polovina en su viaje por este agridulce sendero. Himzo entra pausado, con dramático pesar; aguanta las notas, sentimos su respirar mientras desmenuza las primeras estrofas, basadas en una repetición continua. Llegado el minuto y medio, un agudo y sollozante solo de acordeón vuelve a dar paso a un Polovina que sigue manteniendo el tipo de manera dignísima, alargando las frases, sin prácticamente dejar resquicio entre palabra y palabra, de manera magistral. Justo hasta el momento en que el propio Doctor comienza a recitar parte de la letra de este Telal viče. Lo hace de manera pausada, increíblemente elegante y delicada. Inmediatamente, una recta final brindada, primero, merced a una nueva transición instrumental que perdura sensible, pero un tanto más orgullosa, y, después, con una última estrofa cantada por un Himzo que sigue manteniendo el tipo y, en los últimos segundos, se recrea para marcar un cierre de canción en el que demuestra su facilidad para moldear y modular su característico registro.
En cuanto a otras versiones de este Telal viče que consideramos interesantes, haremos una excepción y nos centraremos, únicamente, en un par de adaptaciones realizadas en las últimas décadas por dos referencias indiscutibles de las nuevas hornadas de artistas de la tierra que gustan de recuperar la esencia de lo Sevdah. La primera de ellas se incluye en el mítico directo de Dertum, editado en 1997. Dertum fue una de las jóvenes formaciones pioneras a la hora de reivindicar la calidad y valía de la tradición sonora bosnia. Volvió a grabar esta joya sonora un año más tarde, esta vez, en estudio.
Pocos años después, como hemos visto desde Sevdalinkas, también contribuyó a seguir dignificando el género una inmensa Amira Medunjanin. Y lo sigue haciendo ya que, en su último trabajo, publicado en mayo de 2014, y titulado Silk & Stone, entre otros grandes himnos de la tradición balcánica, esta gran intérprete también se atreve con la pieza que nos ocupa.
Un buen día, por cierto, la cantante Merita Bavčić, le sugirió a un servidor que podría tratar de adaptar algunas sevdalinkas al castellano, entre ellas, este magnífico Telal viče, con el objetivo, en un futuro, de tratar de interpretarlas. Ni corto, ni perezoso, uno se puso a ello, y éste fue el resultado de esa adaptación (personal e intransferible, por supuesto), a partir de una traducción literal.
Pregonero, alza tu voz
Pregonero, alza tu voz, desde el alba hasta el ocaso
Pregonero, alza tu voz, desde el alba hasta el ocaso
Di, quién comparte su lecho
esta noche en el konak.
No deberían partir, ni dejar pronto palacio
No deberían partir, ni dejar pronto palacio
Una sierva del Pachá
escapó.
Y robó, del tesoro un par de piezas
Y se llevó, el sahat que había en su pecho
Y del establo, un caballo
Y llevó con ella a Mujo, el pagador.
El kavaz del Pachá la reconoció:
¿Por qué escapaste, sierva?
¿Por qué robaste dos piezas del tesoro?
¿Por qué te llevaste el sahat?
¿Por qué te llevaste el caballo?
¿Por qué va Mujo, el tesorero, contigo?
¿Por qué va Mujo, el tesorero, contigo?
Si el tesoro va conmigo, no pediré en el camino
Si la hora va conmigo, no llegaré tarde al sitio
Conmigo llevo el caballo, para no tener que andar,
Y a Mujo el tesorero, porque sola no quiero yo morar.