Por César Campoy.
Sin duda, una de las madres del cordero. Sin discusión, una de las 10 joyas más cotizadas y coreadas de la historia del Sevdah. Mujo kuje konja po mjesecu es uno de esos temas que no pueden faltar en vistosa y sonora reunión que se precie, en buena parte de Bosnia-Herzegovina. Además, en el incansable ejercicio de memoria histórica llevado a cabo por nuevas generaciones de amantes de la sevdalinka, esta mítica pieza, cuyos orígenes se pierden en el túnel del tiempo, siempre ha ocupado un lugar privilegiado. Su filosofía y ritmo han colaborado a colocarla como uno de los referentes, incluso a niveles masivos, del renacer de los sonidos tradicionales balcánicos.
Y una de las formaciones que más se han aprovechado de esas particularidades para dar a conocer su arte, precisamente, es Mostar Sevdah Reunion (MSR), de los cuales ya hablamos largo y tendido en otra ocasión. La popular formación mostarense ha sabido exprimir al máximo las posibilidades de las sevdalinkas más conocidas (sobre todo al inicio de su carrera) y, de paso, ha logrado conferir un grado de comercialidad (sin perder de vista la calidad, eso sí) y universalidad a esos temas que ha venido revisitando a lo largo de tres lustros. MSR, sin duda, son los principales responsables de que, desde inicios de siglo, ciertos aspectos de la música de los Balcanes se hayan internacionalizado. Y lo logró, prácticamente, desde la edición, a finales de los 90, de su homónima primera referencia sonora, editada por World Connection. En ella, con todo un universo pendiente de revisar y explotar, Dragi Šestić y los suyos decidieron comenzar a lo grande y poner al día clásicos de los sonidos de la zona como Mostarski ducani, U Stambolu na Bosforu, Dul Zulejha, Moj dilbere, U lijepom starom gradu Visegradu, Snijeg pade na behar na voce o este Mujo kuje konje po mjesecu (Mujo kuje konja po mjesecu, lo titulan ellos), en lo que se convirtió en un verdadero grandes éxitos pasados por el tamiz de la sofisticación bien entendida, así como en una especie de primera referencia para todo aquel neófito que pretendía sumergirse en el océano de lo Sevdah. Grabado en la ciudad de Mostar, pocos años después de terminada la guerra, este primer disco es todo un icono del reverdecer de un género que, además, apareció con dos portadas diferentes.
Y hemos querido destacar la revisión que de este Mujo kuje konja po mjesecu realizó MSR, sobre todo, por su simbología y por el grado de popularidad alcanzado, pero dotamos, casi, de igual trascendencia, pero por diferentes motivos, a la llevada a cabo por Amira, más de 10 años después, en otro de los discos trascendentales del género: Zumra. Editado en 2010 por World Village y Harmonia Mundi, en este trabajo Amira se unía a la increíble acordeonista Merima Ključo para dar una nueva vuelta de tuerca a un estilo de música y de vida en continuo proceso de regeneración. Fruto de ello, en este trabajo repleto de arriesgadas pero logradas licencias localizamos una revisitación del tema que nos ocupa, en dos partes, ejecutadas de manera magistral por una Merima que convierte su homenaje a Mujo kuje konja po mjesecu en un maravilloso viaje en tren por los escarpados Balcanes.
En cuanto a la significación de esta conocida sevdalinka, que, de nuevo, nos traslada a la época del dominio otomano sobre la zona, su título podría traducirse como Mujo (es un hombre propio) monta un caballo a la luz de la luna. Resulta que, en resumidas cuentas, Mujo es un mozalbete al que le gusta escaparse de vez en cuando, y pocas cosas hay en la vida que más le entusiasmen que montar en caballo de noche. Su madre, evidentemente, le maldice y sermonea mientras éste acicala y prepara al equino, pidiéndole que monte de día, y repitiendo una y otra vez que acabará matándola de un disgusto. Mujo, como un señor, contesta a su madre que, cuando piensa en su amada, ni el sol, ni la luna, ni la oscuridad, ni las nubes, ni las heladas aguas del Drina pueden evitar que vaya a su encuentro.
Este espíritu aguerrido y aventurero de un tema que da muchísimo juego, tanto en lo vocal como en lo instrumental, inspiró a la familia de MSR un homenaje que se ha convertido, tanto, en una de las piezas básicas de su directo, como en una de las versiones más frecuentadas por las incontables formaciones surgidas tras el bum de la nueva sevdalinka. Es posible que este Mujo kuje konja po mjesecu sea el mejor ejemplo de la maestría de Šestić para combinar raíces con vanguardia; clasicismo, con cosmopolitismo. La sabia combinación de elementos tradicionales (sobre todo, el acordeón y el violín) con otros contemporáneos, dotan a esta interpretación de una fuerza bestial. Tras un inicio instrumental completamente hipnotizador, nos topamos con una segunda terraza marcada por la clásica melodía característica de esta composición (aquí acelerada), que ya da paso a una letra que se va desgranando sin prisa, con calma, de manera casi angustiosa, en desconcertante combinación con esos instrumentos que siguen sonando a ritmo endiablado. Transiciones virtuosas, subidas y bajadas en la intensidad del ritmo, auténticas demostraciones maestras del dominio vocal… Todo ello se sucede durante más de seis minutos en una interpretación que huele, sobre todo, a autenticidad, a directo. Un verdadero maremagno que es capaz de cautivar y poner a bailar al más muermo de la contornada.
La tremenda importancia y popularidad de este tema en los Balcanes, así como su incontestable presencia en el ADN de la práctica totalidad de los habitantes de Bosnia-Herzegovina son suficientes razones como para que se hagan una idea de las incontables revisiones que, a lo largo de la historia, se han interpretado y/o registrado de la composición que nos ocupa. Además, la energía y sentimiento que desprende Mujo kuje konja po mjesecu es, casi, un seguro de vida para el ejecutante, que, simplemente, dejándose llevar por sus acordes y tempos, lo tiene muy fácil para emocionar al respetable.
Nosotros, no obstante, vamos a destacar algunas de esas versiones imprescindibles. Aquellas que, incluso escuchándolas una detrás de otra, siguen dejándonos con ganas de más. Comenzamos, a modo de homenaje, por la que realizó el acordeonista más importante que han dado los sonidos balcánicos en muchas décadas. Se trata del incomparable Jovica Petković, del cual ya hemos dado cuenta de algunos de sus apuntes biográficos y profesionales. Dándole a los dedos desde los 6 años, sus manos siempre han sido las más ágiles y rápidas a esta orilla del Drina. Además, compuso temas para los más grandes. Su homenaje al Mujo kuje konja po mjesecu, faltaría más, es una verdadera muestra de maestría interpretativa.
En cuanto a las nuevas generaciones, Dertum dio buena cuenta en su directo del 96 de tan celebrada composición. Una prueba más de que el espíritu de Mujo kuje konja po mjesecu sigue embriagando a propios y extraños década tras décadas. El incomparable Damir Imamović, uno de nuestros jóvenes «recuperadores» de lo Sevdah de cabecera, también hizo lo propio, a través de su personalísimo estilo, décadas después de que su abuelo, el inmenso Zaim bordara una de las más celebradas interpretaciones del tema, a los pies de la mágica ciudad de Počitelj; o de que otro de los ases indiscutibles de la sevdalinka, la Dama Nada Mamula volviera a encandilar al respetable, como atestigua una de sus memorables actuaciones en directo. Mención aparte, por curiosa, merece la orquestal y trágica versión que Anđelija Milić realizó en un epé en 1965. Su toque elegante y lírico no deja de ser un reclamo para los amantes de lo ampuloso.
No obstante, las interpretaciones más populares y celebradas de este clásico del Sevdah casi siempre han corrido a cargo del respetado Safet Isović. Varias han sido las ocasiones en las que este maestro de la sevdalinka ha entrado en un estudio para revisar nuestro Mujo kuje konja po mjesecu. Por supuesto, nosotros nos quedamos con la primera que grabó, siendo todavía un joven intérprete. Formó parte del epé de 1964 de PGP RTB, que abría Dobio sam tri poljubca; acompañaba la orquesta de Žarko Milanović, y la voz del maestro todavía está por madurar. De todas maneras, como acabarían echándonos en cara que dejáramos pasar por alto ciertas versiones posteriores, la mayoría de ellas, de dudosa valía tradicional, que del clásico llegaron a editarse bajo la marca de Safet, ahí van. Una de ellas, marcianísima (nunca mejor dicho) vio la luz en 1969, en un sencillo compartido con la conocidísima actriz, cantante y escritora yugoslava Olivera Vučo. La portada, a partir de un extraño diseño en el que podemos ver un cochete (por eso de la luna) es toda una declaración de intenciones de lo que nos encontramos en sus surcos: nada más y nada menos que una suerte de funky-gypsy-sevdah la mar de bizarro, a cargo de la Plavi Ansambl. Juzguen ustedes.
En 1988, el bueno de Safet regrabó el clásico en una revisión repleta de instrumentos y efectos de la época como la batería electrónica o el sintetizador. Una práctica habitual frecuentada por algunas estrellas del género durante aquellos años, que en la mayoría de los casos no brindaba los resultados deseados. Existe un vídeo-clip en el que podemos ver al gran intérprete, gabardina mediante, paseando por el casco antiguo de un Sarajevo lluvioso y húmedo. Grande, muy grande.