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Por César Campoy.

Tratar de definir la figura de Emina Zečaj; tratar de descubrir su figura para quien no la conoce; tratar de explicar qué supone su arte para el universo Sevdah, es una de las tareas más complicadas a las que se puede enfrentar cualquier amante del género. Junto a diosas como Nada Mamula, Vuka Šekerović, Zehra Deović, Zora Dubljević, Beba Selimović y Silvana Armenulic, Emina conforma ese magno matriarcado de la sevdalinka de altura; aquella que no conoce límites. No obstante, el discurrir de Zečaj la convierte en una artista especial, tremendamente carismática, profundamente respetuosa con la tradición cultural de su tierra.

Nacida en el corazón de Sarajevo, en los 30 del siglo pasado (y fallecida en 2020), prácticamente no fue, hasta tres décadas después, cuando la incomparable maestría interpretativa y el sentido espíritu artístico de nuestra protagonista pudo ser servido al resto de la humanidad. Los principales culpables fueron, por una parte, el etnomusicólogo Cvjetko Rihtman (pieza fundamental en la conservación de la tradición sonora balcánica), y, por otra, las figuras indiscutibles del género, Ismet Alajbegović Šerbo y Zaim Imamović que, desde Radio Sarajevo, tuvieron a bien promocionar una figura artística de tamaño calibre. Desde principios de la década de 1960, así pues, Emina trató de mantener viva la vertiente más tradicional del Sevdah, no sólo grabando e interpretando decenas y decenas de clásicos, sino también atesorando una cotizada colección personal de referencias. Además, recorrió todo el planeta representando la esencia cultural bosnia.

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Canciones nacionales bosnias

No obstante, su cosecha sonora, oficialmente editada, es algo escasa, y se limita a media docena de sencillos, y prácticamente la misma cantidad de elepés (la mayoría de ellos, publicada durante este siglo). Eso no quiere decir que la buena de Zečaj apenas haya pisado un estudio de grabación. Todo lo contrario, posiblemente, nos hallamos ante una de las voces del género con más temas registrados, ya que ha puesto voz a más de 400 referencias del archivo de Radio Sarajevo, cuyo fin, en la mayoría de los casos, no era el de figurar en las estanterías de las tiendas de discos, sino conformar una suerte de legado musical que pudiera sonar en la emisora y, con el paso del tiempo, convertirse en testimonio histórico de las raíces de un pueblo.

Una de esas grabaciones a las que nos referimos es, obviamente, este Pokraj Save bagrem drvo raste. El lector aficionado a la sevdalinka, recordará a Emina, prácticamente, como una intérprete que se hizo acompañar, casi exclusivamente, de saz. No es del todo cierto, ya que, en sus inicios, se dejó llevar por el maestro Ismet Alajbegović Šerbo y sus diferentes formaciones orquestales. De hecho, en 1975, vía Jugoton, y bajo el nombre Emina Ahmedhodžić-Zečaj (Ahmedhodžić era el apellido de su padre), grabó una de las referencias indiscutibles de la sevdalinka, el elepé Narodne pjesme iz Bosne, en el cual se apoya en la Tamburaški Orkestar de la Radiotelevisión de Sarajevo. No obstante, y aquí reside la madre del cordero, también es cierto que algunos de los temas que componen semejante joya, son servidos a base de voz y saz (en este caso, los de Hašim Muharemović y Selim Salihović).

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Sí, sólo hicimos una sesión de fotos

Como la propia Emina confesó en diversas ocasiones, ella siempre se sintió mucho más cómoda acompañada, únicamente, de dicho instrumento. Sin duda, tal binomio era (y es) el ideal para poder ofrecer una perspectiva muchísimo más tradicional y pura (la que siempre pretendió nuestra protagonista) de lo Sevdah. De esta manera, la Zečaj decidió que ese debía ser la senda a frecuentar, y eso explica que trabajara con las máximas figuras del saz. A saber (todos en pie, por favor): Hašim Muharemović, Ćamil Metiljević, Muhamed Borogovac y, por supuesto, el Dios Selim Salihović (más recientemente, siguió actuando y grabando junto a Mehmed Gribajčević). Todos ellos, junto a Muhamed Mešanović-Hamić y Amir Haskić, brillan en el firmamento de un instrumento, el saz, que, afortunadamente, está encontrando en las nuevas generaciones, fervientes defensores como el jovencísimo Jusuf Brkić.

Pero regresemos a este Pokraj Save bagrem drvo raste que nos ocupa. Como muchos otros temas, forma parte del espléndido repertorio compartido entre Emina Zečaj y Selim Salihović. Afortunadamente (éste es el caso) algunas de esas grabaciones (la mayoría, como apuntamos, destinadas exclusivamente a Radio Sarajevo) fueron trasladadas al universo visual a través de la cadena sarajevita, en una incesante sucesión de vídeo-clips repletos de tradición y servidos en bucólicos paisajes de todo el territorio bosnio.

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Selim y Emina: (otra) idealna kombinacija

Nacido en 1910 en Janja (una localidad del noreste de Bosnia-Herzegovina, cerca de Bijeljina y muy próxima a la frontera con Serbia), Selim Salihović es uno de los intérpretes más increíbles que ha dado el saz. Su personalísimo estilo, sensible a más no poder y repleto de matices (su manera de golpear es inconfundible), es capaz de sorprender al más escéptico que, ora, es capaz de ver en él a un abuelete sentimentaloide, ora espera de él que se alce y, cual Pete Townshend lisérgico, estampe su instrumento contra la bandeja de baklava. Durante sus casi 80 años de vida, Selim se lo montó en solitario, aunque ha pasado a la historia como uno de los acompañantes más solicitados del género, al colaborar, además de con Emina, con destacadas figuras como Muhamed Pašić-Mašura o el mismísimo Himzo Polovina. Por si esto fuera poco, registró varias piezas para los archivos de Radio Sarajevo. Una de ellas, efectivamente, es este Pokraj Save bagrem drvo raste que hoy analizamos, y cuyo título podría traducirse algo así como Junto al Sava crecen las acacias. Por cierto, como el aficionado más avispado a la sevdalinka habrá detectado, existe otro título para este tema, que varía ligeramente. Se trata de Pokraj Save badem drvo raste (en varios documentos, citado como el original). En este caso, cambiamos la acacia por el almendro. El resto del texto es idéntico.

En cuanto a la interpretación que nos ocupa, una vez más, nos hallamos ante una ejecución voz-saz de manual. Al fin y al cabo, es el horizonte que ha guiado, durante buena parte de su carrera, a nuestra querida Emina. Ella, como apreciará el oyente, desgrana la melodía con una finura y facilidad pasmosas, teniendo en cuenta la dificultad que supone entonar, de manera perfecta, semejante melodía, cuyas notas se alargan de manera casi eterna. La Zečaj, como suele ser habitual en estos casos, solapa sus frases con las notas del saz de un Selim, como siempre, digno, optimista, determinante, contundente, pero, también, luminosamente sensible, que, en las transiciones, muestra su efectividad interpretativa.

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Emina, al día

En cuanto a otras ejecuciones destacadas de este Pokraj Save bagrem drvo raste, nos quedaremos con dos, ambas bastante antiguas, que muestran su condición de pieza tradicional y respetada. En torno a 1950, el montenegrino Božidar Ivanišević, con su voz imponente y académica, se marcó una de las primeras grabaciones de este tema que se conocen. Apenas una década después, en 1961, siendo todavía un verdadero pipiolo, el, más tarde, maestro del género, Safet Isović, publicó una revisión sentidísima, eso sí, bajo el amparo de una señora orquesta.

Por otra parte, el joven músico bosnio Mirza Redzepagić, auténtico precursor de la guitarra flamenca en tierras bosnias, nos apunta que el propio Izet Ciriković registró, en 1968, una pieza con una letra similar, pero diferente melodía. Efectivamente, se trata del tema Na Jaliji, editada por Jugoton como segundo tema de la cara A del epé titulado Pjesme iz Sandžaka (en referencia, efectivamente, a la región que se reparte entre Serbia y Montenegro). Izet contó, en esta ocasión, con la connivencia de la orquesta de Tale Ognenovski. Por cierto, este mismo Na Jaliji también fue grabado por Safet Isović.

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