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Por César Campoy.

No es ésta la primera ocasión en la que nos centramos en la trayectoria del bueno de Zaim, uno de los pilares indiscutibles de la galaxia sevdalinka. En diversas entregas, hemos ido repasando algunas de sus interpretaciones más destacadas, tanto de creación propia, como ajena. En este caso, con O jeseni, tugo moja, volvemos a recurrir a una composición de un Imamović que, a lo largo del casi medio siglo en que desarrolló su arte, se convirtió en uno de los magos del Sevdah más completos, al abarcar, prácticamente, todos los terrenos disponibles: instrumentista, vocalista, compositor… Gracias a investigadores y emprendedores como el de la Bosanska Krajina, el género siguió evolucionando y no quedó anclado, únicamente, en piezas tradicionales centenarias.

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Un señor disco

Resulta complicado saber, a ciencia cierta, cuántas sevdalinkas llegó a componer Zaim. Sí sabemos que son más de cien y que, en todas ellas, él se encargó de la música, mientras que, en el asunto textual, buscó la ayuda de creadores como (sobre todo) Safet Kafedžić, Mile Bogunović, Nikola Škrba, Nevenka Kašić, Miralem Kruškić o Jozo Penava, aunque el propio Imamović también llegó a firmar, por completo, muchas piezas de gran valor como Jednod jutra, Kada dođem rodnom kraju, Kao rumen cvijet, Nekada sam sevdisao, Vrati se vrati, Nekad si po suncem, Vratiću se majko, Zašto si me majko rodila o Pjesma o starom Počitelju, dedicada a su querida Počitelj. Por si esto fuera poco, sus creaciones fueron interpretadas, además de por él mismo, por figuras indiscutibles de lo Sevdah como Zehra Deović, Safet Isović, Beba Selimović, Nada Mamula, Rejhana Osmančević o Zora Dubljević. Muchos de estos textos y partituras pueden encontrarse, por cierto, en el libro Zaim Imamović Pjesma srca moga (Buybook, 2004).

Zaim y Šerbo, amigos para siempre

Zaim y Šerbo, amigos para siempre

Este O jeseni, tugo moja vio la luz, por primera vez, en 1965, en uno de los epés más celebrados de Zaim. Editado por Jugoton, se abría con la composición que nos ocupa, y se completaba con el Vratnik pjeva y el Vraćam ti se, draga, de Ismet Alajbegović Šerbo (la letra de estos tres primeros temas corre a cargo de Škrba), además del Na đerđefu veze fata, creada por el propio Imamović, en compañía de Bogunović.

El propio Alajbegović, como ya hemos visto en alguna ocasión, reputado acordeonista, director y creador, y gran amigo de Zaim desde sus inicios, se encarga de musicar toda la grabación apoyado en su orquesta. Sin duda, un gran plantel de profesionales al servicio de una de las figuras más reputadas del género. Esta canción, por cierto, seguirá acompañando al artista durante el resto de su vida, ya que aparecerá en varias recopilaciones, tanto personales, como colectivas.

Los 80 también molaron

Los 80 también molaron

El título de esta creación podría traducirse, en castellano, como Oh otoño, mi dolor. Como adivinará el lector avispado, no se trata, precisamente (la melodía así lo confirma), de una pieza con la que marcarse una jota pizpireta. Al parecer, una doncella se encuentra de luto y triste un día lluvioso y nublado, esperando que pase su amor, pero los días transcurren, y por allí, ni aparece ni (con toda probabilidad) aparecerá nadie, porque el caballerete le brindó su corazón a otra persona. No lo decimos nosotros, sino la frase con la que se cierra este bello tema: «Lo siento, Jasmina, pero ahora amo a Alma y a nuestro hijo«.

En cuanto a la interpretación que nos ocupa, esta pieza, compuesta en re menor, combina compases de 2/4 y 3/4. Lo hace en la sobria, pero efectiva y emotiva introducción instrumental a cargo del acordeón de Šerbo y su banda, y lo continúa haciendo una vez que Zaim comienza a cantar con esa voz tan personalísima, repleta de elementos nasales, y coronada, en el final de las frases, con leves vibratos. Mientras Imamović va desmenuzando la melodía, varios acordeones van acompañándole, recios, sin complejos. Son los mismos que marcan la transición entre las cuatro estrofas-estribillos de que se compone una canción cuyo final es poco vistoso; simplemente, finalizando la frase a partir de una discreta ralentización.

Un libro imprescindible

Un libro imprescindible

Curiosamente, el propio hijo de Zaim, Nedžad (padre, por supuesto, de Damir), revisó tanto ésta, como otras creaciones de su progenitor, además de otros clásicos del género, en el disco 17 Sevdalinki, un trabajo voluntarioso, pero falto de producción. Nedžad fue, por cierto, quien acompañó al popular Halid Bešlić, en directo, en aquel recordado concierto en Skenderija de 2001, interpretando, efectivamente, O jeseni, tugo moja.

Además, otras versiones realizadas, aunque ninguna a la altura de la original, fueron grabadas por artistas como Rizo Hamidović o Emelin Fetić. Finalmente, y como aclaración, la cantante Jelena Janković, en su epé de 1970 encabezado por Plačite tužne oči, incluía un Jeseni, tugo moja que no debemos confundir con el que nos ocupa, ya que aquél es obra del acordeonista serbio Budimir Jovanović.

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