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Por César Campoy.

A estas alturas de la película no vamos a descubrir la figura de Hašim Muharemović, de quien ya hemos hablado, largo y tendido, desde este foro. Considerado uno de los genios interpretativos del saz (o bağlama), este licenciado en Medicina, además de tocador, también ha desarrollado su faceta como cantante y, sobre todo, curioso y experimentador de un instrumento convertido en parte indiscutible de su vida. Recorrer su discografía representa adentrarse en un universo sorprendente, repleto de efectos y vericuetos que son descubiertos, muchos de ellos, tras diversas escuchas. Sin duda, es uno de los maestros del saz que más ha influido en las nuevas generaciones porque, además, ha seguido divulgando su arte y compartiendo su sabiduría con muchos de los cultivadores de lo Sevdah del siglo XXI.

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Hašim, feliz, al raso.

Por si esto fuera poco, el bueno de Hašim también se ha dedicado a crear composiciones de una calidad indiscutible. En este caso, no obstante, el texto de Pričala mi kona tvoja, pese a que, a partir de esa odiosa costumbre, en muchas referencias aparezca como un tema tradicional y anónimo, es cosa del celebérrimo Musa Ćazim Ćatić, un escritor e intelectual bosnio nacido en 1878, considerado, por su arte poético uno de los máximos representantes del renacimiento literario del país. Auténtico culo inquieto, y habitual de las madrasas, Musa apenas paraba en casa. Se buscó la vida en mil y un lugares como Estambul, Budapest (sirvió en el ejército austro-húngaro), Tuzla, Zagreb (donde trató de estudiar Derecho), Sarajevo o Mostar, y ejerció, además, de crítico y traductor. Cuando más confiado estaba (así es la vida), de nuevo fue llamado a filas, en 1914, a tierras húngaras, donde contrajo una tuberculosis que, como a otro coetáneo de las letras bosnias, y también inspirador de sevdalinkas, Osman Đikić, acabó con su vida.

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Pedeset maraka.

Tan admirado es Ćazim Ćatić en su país, que muchas de las escuelas de Bosnia-Herzegovina llevan su nombre. Es más, su rostro es el que aparece en los billetes nacionales de 50 marcos convertibles. Eso sí, todo ello en la Federación, porque, en la República Srpska, como el lector adivinará, la obra de Musa, que contribuyó a potenciar la identidad musulmana-bosníaca, no es demasiado popular. De hecho, en aquella parte del estado, fue el rostro del intelectual serbio nacido en Trebinje, Jovan Dučić, el elegido para ser estampado en los billetes de 50. Sí, sorprendente, pero cierto, como, en su momento, el más que recomendable blog Balkanidades ya apuntó. Por supuesto, los textos de Ćazim Ćatić han servido para contribuir a iluminar y dotar de nivel y elegancia al universo Sevdah. Sin ir más lejos, al Pričala mi kona tvoja en el que andamos sumergidos, podríamos añadir otro clásico como Sjećaš li se kad si lani que, a lo largo del siglo XX, bordaron Nedžad Salković, Zaim Imamović o Himzo Polovina.

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Si no tienes este disco, mal vamos.

La creación que nos ocupa la podemos encontrar, en el repertorio del doctor Muharemović, en, posiblemente, la más grande de sus referencias. Se trata del imprescindible elepé Na livadi, na serdžadi, editado en 1978 por Jugoton, repleto de gemas interpretadas con una maestría asombrosa. Hablamos de Srebrnika nema do Travnika, Pod Tuzlom se zeleni meraja o una Dvi’ planine viš’ Travnika grada que ya analizamos meses atrás.

En cuanto a la traducción del texto, su título viene a decir aquello de Me contó tu vecina. Como es habitual en la mayoría de sevdalinkas, nos encontramos ante una canción de amor, o, mejor dicho, desamor. Una relación truncada, tal vez por motivos familiares o económicos, ha hecho que dos jóvenes se vean obligados a separarse. Él, compungido, le canta a su amada, imaginamos que, también, muy afectada, aquello de: «Me contó tu vecina que, cuando te entregaron a los pretendientes, temblabas como una hojita en la rama«. El chaval, ahondando en la herida, y regocijándose en el dolor provocado al recordar aquellos momentos felices ya pasados, añade: «¡Ojalá en ese momento te acordases del triste de mí! Ojalá te viniese el recuerdo de las noches y días de sevdah, y el temblor de tu corazón joven te arrancase esa lágrima«. En la recta final, con un Musa que pretende darlo todo, y encuentra en el tema del llanto una excusa perfecta, el amante sentencia: «Ah, sé que, igual que yo, has vertido un mar de lágrimas, y, en ese mar tempestuoso, has ahogado tu felicidad«. Una sevdalinka de libro, vamos.

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Musa, recién afeitado.

La interpretación que nos ocupa de este Pričala mi kona tvoja hace que se convierta en un soberano ejemplo sobre las posibilidades que es capaz de sacar al instrumento un avispado Hašim, siempre obsesionado por dignificar y convertir el saz en una herramienta mágica. El efecto conseguido en este caso (una suerte de wah-wah) confiere a esta composición una atmósfera que roza el misticismo y la psicodelia. Desde el inicio, con esa introducción, la lisergia se sitúa a nuestra vera. Inmediatamente, entra la voz que, como es de rigor, camina de la mano del instrumento. En la primera de las transiciones, se nos vuelve a invitar al trance, algo que se tornará recurrente a lo largo del desarrollo, mientras la aguda y sufrida voz de Muharemović no llore. El final, por su parte, lejos de ser espectacular, vive del desvanecimiento de la criatura.

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Emina, orgullosa.

En cuanto a otras versiones de esta magna composición, cuatro años antes de la edición de aquel Na livadi, na serdžadi, nuestra querida Emina Zečaj, todavía bajo la marca Emina Ahmedhodžić (por el apellido de su padre), publicaba, vía Jugoton, el epé encabezado por Pijana sam i bez pića. Como ya apuntamos en otra ocasión, uno de sus tocadores de saz de referencia fue el propio Muharemović que, en este mismo vinilo, participa, tanto en el tema que le da título, como en Ti djevojko, ti djavolko y en Sve se kunem i preklinjem. Curiosamente, no lo hace en una sola canción, precisamente (así es el destino), en la revisión que Emina realiza de nuestro Pričala mi kona tvoja. En esa ocasión, es la Orquesta de la Radiotelevisión de Sarajevo la encargada de arropar a la Zečaj. Un año más tarde, en 1975, la incomparable artista se haría acompañar del propio Hašim y de otro de los dioses del saz, Selim Salihović, en su imprescindible elepé Narodne pjesme iz Bosne. Más de tres décadas después, eso sí, Emina volvería a grabar (en 2008) nuestro estimado Pričala mi kona tvoja, sólo con la compañía del saz de otra leyenda viva del género, Ćamil Metiljević.

Hvala lijepo: Marc

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