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Por César Campoy.

Sí, efectivamente, este tema original no nació como una sevdalinka pura y dura. De hecho, ni tan siquiera se gestó en territorio de Bosnia-Herzegovina, aunque, a día de hoy, pocas voces serían capaz de negar, con argumentos sólidos, su condición de pieza de trascendental importancia en el universo Sevdah del siglo XX. Tanto es así, que hay quien sigue desconociendo que su compositor original está claramente identificado. De hecho, en algunas grabaciones y textos, se concede su autoría al imaginario popular.

Nada más lejos de la realidad, ya que Bogata sam, imam svega no es otra cosa que la evolución del tema de Marko Nešić titulado Udovica, creado a principios del siglo pasado. El bueno de Marko fue un importante compositor e intérprete especializado en la tambura (un instrumento emparentado con la bandurria y la mandolina). Nació, en 1873, en Novi Sad, la capital de la Voivodina, y además de reputado músico, destacó por su ardorosa defensa del Esperanto en tierras serbias, así como por su simpatía hacia el movimiento obrero. Vamos, una suerte de internacionalista convencido que, curiosamente, fallecido un 30 de abril (de 1938), y cuyo funeral tuvo lugar un 1 de mayo (¿qué más podía haber pedido?).

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La mirada de Amira

Sus canciones fueron interpretadas por muchos de los artistas serbios de la época y, algunas de ellas, incluso, registradas en aquellos primeros discos que aullaban a 78 rpm. El tema que nos ocupa, de hecho, pasó, en aquellos años, por las manos y las gargantas de figuras como Stevan Bačić-Trnda o la orquesta de tamburas de Stevan Zerbes y Joe Škornjak, verdaderas figuras de la tradición sonora serbia en los Estados Unidos, en las primeras décadas del siglo pasado. Algunas de esas grabaciones, y las que siguieron en los años siguientes, ya fueron registradas bajo el título de Bogata sam, imam svega, como la llevada a cabo por la celebérrima Angelina. Otras mantuvieron la marca original, como la ejecutada por Gordana Kojadinović.

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Haciéndose la despistada

Prácticamente un siglo después de su nacimiento, esta joya tuvo la suerte de ser interpretada por una de las figuras indiscutibles del Sevdah actual. En 2003, el arte de Amira Medunjanin había dejado boquiabiertos, tanto a los amantes del género, como a los apasionados de las denominadas «músicas del mundo». Su concurso en el exitoso A Secret Gate (Snail Records), de Mostar Sevdah Reunion, la convirtió, de inmediato, en una de las voces a seguir de cerca del folclore balcánico renovado. Como ya explicamos en este mismo foro, sin apenas pensárselo, el ideólogo y fundador de aquella mágica aventura mostari, Dragi Šestić, se ocupó de que Amira registrará su primera referencia en solitario. El resultado fue un magnífico Rosa (2005, Snail Records), repleto de revisiones de piezas tradicionales de muchos de los pueblos que un día integraron Yugoslavia. Para arroparla, buena parte de la nómina de aquellos primeros Mostar Sevdah Reunion, como el inigualable Mustafa Šantić, se pusieron manos a la obra en aquellos estudios Neretva del Pavarotti Music Centre de la capital herzegovina. En el caso que nos ocupa, fue Miralem Bašić el encargado de atreverse con ese saz electrificado y distorsionado.

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Un epé histórico

Con toda probabilidad, tanto Šestić como Medunjanin y Bašić tomaron como referencia, para dar cuerpo a esta interpretación, una de las cimas del arte del saz, en particular, y de la sevdalinka, en general: la cincelada con insuperable maestría por el gran Muhamed Mešanović-Hamić, en 1966, bajo el amparo del sello PGP RTB. Lo más sorprendente de aquella sesión (incluida en futuros recopilatorios), es que el maestro fue capaz de darle una vuelta de tuerca tal a la pieza, que acabó convirtiéndola en una criatura nueva, con otros horizontes y perspectivas. Aquel epé, básico en la discoteca de cualquier amante de lo Sevdah, lo abría, precisamente, Bogata sam, imam svega, y se completaba con (agárrense, que vienen curvas) Na hastalu gori svijeća, Teško meni jadnoj, u Saraj’vu sama (o samoj) y el Oj medjice, medjice, que ya analizamos en su momento. Es la primera versión registrada, a saz y voz, de la que tenemos constancia, y su influencia en la revisión que nos ocupa hoy, evidente.

El impacto que era capaz de provocar en el corazón de los seres de buena fe este Bogata sam, imam svega en la voz de Amira fue, casi, inexplicable, y esta joya anidó con tanta fuerza en el alma de la cantante de Sarajevo, que, en 2008, y vía Gramofon, volvió a grabarla, en esta ocasión, a capela, en una acongojante versión. Fue en otro de sus discos capitales, el Zumra, compartido con la insuperable acordeonista Merima Ključo, un verdadero ángel de la interpretación, capaz de lograr llevar su instrumento a dimensiones, casi, inexplicables.

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Canciones y bailes populares de Yugoslavia

El título de nuestra protagonista de hoy podría traducirse como Soy rica, lo tengo todo. En ella, una mujer desesperada y (lo adivinaron) enamorada, lanza sus penas al aire, pidiendo la intermediación divina para que el pretendido sea suyo: «Le daría cada hora, mis manos blancas alrededor de su cuello; vamos, deseo vacío, déjame besar esos labios», comienza, y sigue con: «Díselo, te lo ruego, dile que le quiero, y que le besaré más dulcemente que cualquier jovencita (…) Deja que sea mío, para que yo pueda dejar de sufrir, porque, sin mi querido, mi corazón no funciona». Sí, una congoja de aúpa. Ya saben, el Sevdah, es lo que tiene.

La interpretación que nos ocupa, evidentemente, también ha de contemplarse desde la máxima admiración. Enfrentarse a ella ha de ser un ejercicio, prácticamente, de misticismo. El experimento propuesto, basado en la deformación voluntaria del sonido original del saz, para algunos, podría llegar a rozar lo hiperbólico. No obstante, nosotros estimamos que esa línea electrificada, distorsionada a base de fuzz, alcanza momentos de psicodelia febril, que se convierten en perfecto muro en el cual rodar y rebotar el siempre hipnótico registro vocal de una Amira que se muestra segura, sin compasión alguna, a la hora de interpretar tan dolorosa historia. Le sigue el juego un primer solo de saz, a modo de transición, que indica los senderos por los cuales discurrirá la filosofía instrumental. A partir de aquí, no queda otra alternativa que dejarse llevar. Si uno está predispuesto, corre peligro, incluso, de entrar en trance.

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Julka, apasionada de la Voivodina

En cuanto a otras versiones de Bogata sam, imam svega, además de las ya mencionadas, grandes del género como el propio Safet Isović han tenido la valentía de enfrentarse a ella. En 1970 (Jugoton), por otra parte, Julka Kerešević-Gmizić la incluyó en su epé Vojvođanske pjesme (efectivamente, canciones de Voivodina), con el apoyo de la Tamburaški Orkestar de la radio pública de Novi Sad. Unos años más tarde, en 1987, Sena Ordagić abrió el camino continuado por Amira con una sentida interpretación incluida en el larga duración Ja sam sreću zaslužila, publicado por Diskos.

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