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Por César Campoy.

Menos de media docena de compases y apenas veinte notas tienen la culpa. Con estos mimbres, y repitiendo estructura todas las veces que se desee, se puede construir una de las piezas populares más conocidas y festivas que ha dado el género. Esto explica la gran cantidad de versiones de Vino piju age Sarajlije que existen, vocales o instrumentales (una muy interesante, de Jovica Petković, sin ir más lejos), así como sus diferentes variaciones textuales e, incluso, nominales, ya que también fue registrada, por muchos artistas, bajo el título de Vino piju nane. Una de las primeras grabaciones que se recuerdan corrió a cargo de una Anđelija Milić que hacía gala de un registro lírico un tanto desmedido. Aquella referencia data de 1960 y apareció en el recopilatorio colectivo Pesme i igre naroda Jugoslavije (PGP RTB). En los créditos se indicaba que nos hallábamos ante una composición tradicional bosnia, y el acompañamiento instrumental corría a cargo de la orquesta de la radiotelevisión de Belgrado, dirigida, nada más y nada menos, que por el mismísimo Vlastimir Pavlović Carevac

Danzando y cantando por Yugoslavia

No obstante, y pese a que esta referencia no está datada, seguramente la muestra sonora más antigua que se conserva de, aquí titulado, Vino piju nane, sea la llevada a cabo por el mítico cantante serbio Mijat Mijatović, nacido en 1887 y fallecido en 1937; una de las primeras voces que optó por dirigir su carrera, a principios del siglo XX, hacia la grabación (eso sí, en formato shellac) de clásicos folclóricos de los territorios yugoslavos. Aquel disco, que abría Šorom ide mlad momak, fue fabricado en Inglaterra por Columbia. La cosecha de Mijatović, reputado abogado belgradense, no tiene desperdicio. A partir de aquel registro operístico tan habitual en los cantantes de la época, homenajeó a buena parte de los sones de la región y contó con el apoyo de las compañías discográficas más importantes del mundo: HMV, Gramophone, Columbia, Victor, Edison Bell Penkala, Odeon

Mijatović: serio, pero cantarín

En cuanto a Mersa Miljković, siempre con una sonrisa en la boca, la artista forma parte de esa generación que brindó su arte al respetable a partir de los inicios de la década de los 70 del siglo pasado, y que optó por combinar piezas más modernas e inéditas con sonatas populares. La bosnia inició su carrera con el apoyo del sello Diskos y el compositor y productor Dobrivoje Ivanković, y, a principios de los 80 del siglo pasado, se embarcó en una trilogía tradicionalista concretada en varias decenas de temas grabados en los estudios de Jugoton en Zagreb, bajo la atenta mirada del acordeonista Krešo Filipčić. De esta manera, con el beneplácito del sello Suzy, en apenas dos años verán la luz los elepés Bosno moja, S one strane plive y Biseri narodne muzike. En el segundo, de 1982, es donde se encuentra su tributo a Vino piju age Sarajlije, una canción que, eso sí, ya había abordado cuatro años antes, con la connivencia de Diskos

Mersa, a lo tradicional

En la versión que nos ocupa (repetimos, la de 1982), el apoyo de la discográfica fue total, e incluso su promoción fue acompañada de un vídeo-clip oficial en el cual podemos contemplar a Mersa, traje regional mediante, compartiendo pastas y café con un grupo de amigas, mientras un cordero empalado va cocinándose a fuego lento al fondo. En este caso, como era de prever, la Miljković se enfrenta a esta composición de manera jovial, sin aspavientos innecesarios ni florituras extrañas. La canción, cuyo título podríamos traducir como Los agas de Sarajevo beben vino, no exige mucho más. Su ligereza, tanto musical como textual, es evidente. Por cierto, aga era el título otorgado a una persona que ejercía ciertos cargos de responsabilidad en los territorios del Imperio otomano. 

En cuanto a otras interpretaciones, entre las más destacadas encontramos, sin duda, las llevadas a cabo por Nada Mamula, o la bella adaptación realizada por Himzo Polovina en su imprescindible disco Kradem ti se u večeri (Jugoton, 1976). Entre finales de los 70 y principios de los 80, por ejemplo, trataron de decir la suya Bora Drljača o Muhamed Mujkanović, mientras que, bajo la marca Vino piju nane, no podemos dejar de escuchar las revisiones de Nedeljko Bilkić, o la que Vera Ivković incluyó en su elepé Čim rujna zora zarudi de 1975. Contaba con el apoyo de Radojka y Tine Živković, sinónimo de buenas vibraciones.

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