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Por César Campoy.

Existen sevdalinkas que, solo el cielo sabe por qué, apenas han sido frecuentadas. Eso sí, cuando han sido abordadas, ha sido para crear verdaderas obras de arte. Es el caso de Pokraj vrela (también conocida como Pokraj vrela ploča b’jela mermera). Cuando Polovina publicó el elepé Kradem ti se u večeri, el mago del Sevdah ya estaba considerado una suerte de dios. Corría el año 1976 y, con el apoyo de Jugoton y el concurso inestimable de Spaso Berak, a la dirección musical, y la producción de Blagoje KošaninHimzo construyó una de las obras máximas del género, reuniendo una docena de clásicos, arreglados e interpretados con una sensibilidad y minuciosidad que asustan. No hay pieza ni ejecución que sobre. Acordeones, violines y demás elementos casan a la perfección con la voz de un Polovina en estado de gracia, relajado, inspiradísimo. 

No diga Sevdah, diga Himzo.

En el caso del tema que nos ocupa, la comunión es total. A una introducción tan corta como maravillosa sigue un Himzo que aflauta su voz de manera casi inexplicable, y juega al escondite con unos instrumentos que marcan el ritmo con una tristeza que abruma. Cerrar los ojos y entrar en trance se convierte en ejercicio inevitable, para una pieza que podríamos traducir como Cerca de la fuente, y cuya letra nos traslada a aquel lugar, dominado por el reconfortante sonido del agua cayendo. Cerca, sobre una tabla de mármol, hay un vaso con tres flores (un clavel, un jacinto y una rosa). Nuestro protagonista, excitado, asegura que, si pudiera, agarraría las flores y besar a una tal Esma, y que aquello le produciría tal placer que haría añicos el mármol. Pero, ¿quién es Esma? ¿Un amor imposible? ¿Acaso está muerta? 

El disco de Sedef.

Ustedes deciden. Lo cierto es que resulta muy complicado encontrar otras revisiones de Pokraj vrela. ¿Quién osaría atreverse tras semejante gigante sonoro? Tendríamos que esperar hasta el presente siglo para comprobar cómo nuevas generaciones de músicos, como Sedef, difusores del Sevdah desde tierras eslovenas (en su disco homónimo de 2007), han sentido la necesidad de reivindicar la existencia de este diamante. Mención aparte merece el tributo rendido por Muammer Ketencoğlu. En 2006, con el apoyo del Instituto Goethe de Bosnia-Herzegovina, vio la luz un curioso proyecto titulado Bentbaša: Sevdalinka. Bosanska ljubavna pjesma (Yaman), que fue reeditado, un año después, por Piranha, como Sevdalinka: Sarajevo love songs, y que reunió a artistas locales e internacionales. Uno de ellos fue el acordeonista turco, que consiguió mimar a nuestra protagonistas de manera más que loable.

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