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Por César Campoy.

A pocos les extrañó que, desde la segunda mitad de los 70 del siglo pasado, Zorica se acabara convirtiendo en una de las cantantes más célebres de Yugoslavia. En ella fueron confiando varios instrumentistas y compositores, a medida que descubrían las posibilidades vocales y escénicas de aquella joven belgradense nacida en 1955. El primero de ellos fue Bora Spužić Kvaka. Cuando, en 1974, editó su primera referencia discográfica, Ne daj da nas rastave (PGP RTB), ya le habían echado el ojo, tanto Tihomir Paunović, como Novica Urošević Branimir Đokić. Con ellos, de hecho, cimentó las bases de una exitosa carrera que tan solo encontró cierto rechazo cuando  Slobodan Milošević y su mujer, Mira Marković, de los que era íntima amiga, cayeron en desgracia. Hasta entonces, sus discos se vendieron como rosquillas, y sus apariciones en los medios fueron constantes. El proyecto Brunclik funcionaba como una máquina perfectamente engrasada, a partir de una imagen y descaro más que llamativos, y una inteligente combinación de temas compuestos exclusivamente para ella, y clásicos del folclore del país. 

Brunclik, en sus tiempos mozos

El disco en el cual aparece nuestro Sinoć ja i moja kona es una buena muestra de ello. De título homónimo (PGP RTB, 1976), se trata del primer larga duración de la artista, y una muestra evidente de la estrategia avanzada. Su cara A está repleta de creaciones de Paunović (que también dirige la orquesta) y Urošević, mientras que el reverso se construye con piezas populares, entre las que se encuentra nuestra protagonista. El siguiente elepé, comprobados los excelentes resultados, siguió la senda y, así, aquel Aj, mene majka jednu ima de 1977, de llamativa portada en la que podemos ver a la cantante ataviada con un mono metálico y unas vistosas plataformas, añadió la presencia de Đokić. A esas alturas, Zorica se había convertido en una de las artistas más solicitadas por los compositores. De hecho, acabó grabando temas de, entre otros, Mića MilutinovićPetar TanasijevićMirjana IlićLjubo Kešelj (con el cual acabó casándose), Miodrag IlićŠaban ŠaulićBudimir Jovanović, los hermanos Đuro Ilija BoljanovićBerko DimitrijevićPredrag VukovićŽivorad Miljković Miroljub Aranđelović (con quien, también, contrajo nupcias).

Zorica, lista para dar el salto al espacio

Evidentemente, a medida que los 80 discurrían y los 90 se acercaban, los arreglos de sus trabajos aumentaban en estridencia y sintetizador. Afortunadamente, de su primera hornada de vinilos perduran algunas piezas más que reivindicables como la popular Sinoć ja i moja kona, una composición frecuentada, sobre todo, por voces femeninas, pero que también se ha prestado a más de un dúo de altura como el interpretado, magníficamente, por Himzo Polovina Nadežda CmiljićUn clásico. En el caso de la Brunclik, como apuntábamos, la artista contó con el inestimable apoyo de la orquesta dirigida por Tihomir Paunović, que despliega un dignísimo manto instrumental, en el cual la serbia surfea sin ningún tipo de inconveniente. Zorica es consciente, en todo momento, que se enfrenta a un caramelo muy goloso; tremendamente pegadizo y con un componente emotivo evidente. Además, ese ritmo estructurado en la combinación de compases de 4/4 y 6/4 dota a la criatura de un poder de atracción al que es difícil resistirse. Pocas pegas, la verdad, ante una interpretación que rezuma, además, misterio, y cuyo título podríamos traducir al castellano como Anoche, yo y mi vecina, y que narra el flirteo de una joven con su pretendiente, al pasar este por la puerta de la casa de la pretendida, cuando esta se encontraba de cháchara con una amiga. 

Milena, cantándole a la naturaleza

En cuanto a otras interpretaciones (que las hay, y muchísimas), pocas son comparables a la llevaba a cabo por la eterna Silvana Armenulić, aunque se le acercan bastante las de Hipolita Ivanović (una de las más antiguas), Zehra DeovićNada Mamula o Ljubica Berak. Tampoco podemos olvidarnos de otras revisiones como las de Ivanka Stefanović, o la realizada, en 1973, por Milena Plavšić. En los 80 del siglo XX, la cosa acabó desmadrándose: en 1980, Hanka Paldum la incluyó en su disco Sjajna zvijezdo (con Omer Pobrić, vía ZKP RTVL); en 1981, Beba Selimović, que había interpretado este Sinoć ja i moja kona en otras ocasiones, la introdujo en el digno Sve behara… (también con ZKP RTVL, y producido por Teodor Korban); en 1982, Mersa Miljković hizo lo propio en su S one strane Plive (con Krešo Filipčić y vía Suzy); mientras que, en 1983, fueron las gentes de Lole los que se marcaron una vistosa interpretación en su disco Još jednu noć (PGP RTB).

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