Por César Campoy.
El capitán Ibrahim-beg Firdus fue, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, una figura indiscutible de Livno (ciudad del oeste de Bosnia-Herzegovina) y de toda región. Descendía de una estirpe poderosa y, hasta su fallecimiento (en 1837, en Travnik), se vio envuelto en numerosos embrollos y luchas de poder, entre otras cosas, porque defendió la autonomía local con respeto a los otomanos y se convirtió en uno de los más fieles seguidores del héroe nacional Husein Gradaščević, el famoso Dragón de Bosnia (Zmaj od Bosne). De hecho, Firdus comandó las tropas que debían encargarse de aniquilar la resistencia a Husein existente en Herzegovina. Pese a que la familia brindó varios capitanes, la mayoría de las fuentes apuntan a que es a Ibrahim a quien se hace referencia en la sevdalinka que nos ocupa.
En lo que ya no hay tanto acuerdo es en identificar a la fémina protagonista de la canción, una Hana (o Ana). Algunas versiones la presentan como una mujer cristiana que se enamoró del capitán, cuando esté se refugió en la localidad croata de Sinj, tras una de sus huidas. Por lo visto, tan prendada quedó la muchacha que llegó a vestirse al estilo musulmán para ganarse el favor de Firdus. Según investigaciones del escritor y poeta bosnio Hamid Dizdar, la tesis más acertada afirmaría que Hana fue una de las mujeres de Ibrahim, hija de un guerrero otomano que sirvió en Livno, y al que apodaron «Pehlivan», palabra importada en tierras bosnias del turco otomano y del persa, y que tiene varios significados: equilibrista, luchador o, el que más nos interesa, exhibicionista (en el sentido de orgulloso, satisfecho de sí mismo). En la ciudad no había hombre que no ansiara ser correspondido por la Pehlivana, pero ella tan solo tenía ojos para una persona.
Nacido a principios del siglo XX, es posible que el nombre de Vejsil Hadžibegić no sea excesivamente popular entre el gran público. Eso sí, quien sepa de él no dudará en colocarlo entre los pioneros más respetados del género. Sus grabaciones (muchas de ellas, llevadas a cabo, ya, en la década de 1930), son prácticamente ilocalizables, y su legado perdura gracias a los archivos radiofónicos, ya que la moqueta de las emisoras fue uno de sus escenarios más frecuentados. Vejsil representa la esencia primera, el academicismo arcaico libre de influencias externas. Su registro es tan perfecto como peculiar, y rezuma distinción y giros sorprendentes alejados de cualquier tipo de artificialidad.
Precisamente en los estantes de Radio Sarajevo encontramos su mítica interpretación del Pošetala Hana Pehlivana (en su edición de la Antologija BH Sevdalinke, recuperada como Prošetala Hana Pehlivana). La fecha de grabación no está confirmada, pero podría localizarse en torno a 1970. Con él, la Tamburaški Orkestar de la radiotelevisión del ente público sarajevita, todo un seguro de vida que ayuda al artista a construir una ejecución de manual. Entra el pulso y púa firme, seguro. Inmediatamente, señorial, Hadžibegić hace acto de presencia, rotundo, sin pestañear, brindando alguna muestra de esas personalísimas pinceladas con que adorna transiciones y finales de frases (ese primer «Pošetala«, el «bogu sestrice«, el «gleda li me» final). Su maestría a la hora de sacar todo el jugo posible a cada una de las palabras es memorable (ese «robinja» al que deja completamente seco). Reparen en cómo se recrea en cada estrofa y cada letra. No es de extrañar que la suya sea una de las interpretaciones más recordadas de este Pošetala Hana Pehlivana. Vejsil la hizo suya y sacó todo el partido a un texto que podríamos traducir como Hana Pehlivana salió a caminar, que nos presenta a la joven rondando alrededor del palacio de Firdus y haciéndose varias preguntas en torno a si será correspondida, y que ha venido sirviéndose en diferentes versiones; todas ellas, en torno al contexto ya planteado y que, además, también inspiró la obra Strasti neumoljive (Firdus-kapetan), del escritor Rasim Filipović.
En cuanto a otros homenajes destacados, sin duda, uno de los primeros, fue el llevado a cabo por otro pionero: Mijat Mijatović. Existe un shellac fechado en 1928, editado por el sello alemán Homocord. Pošetala Ana Pelivana (otro de los títulos aceptados) aparecía como cara B de un sencillo encabezado por Prošeta devet, majko, godini, repleto de dramáticos y virtuosos violines. De esa misma época es posible que sea otra versión diferente del propio Mijat (acompañado, esta vez, tan solo por el piano), publicada por Victor. En la galleta podía leerse: «Tenor con piano«. Sin duda, esta pieza gozó de gran predicamento entre aquellas primeras voces que cultivaron el género influenciadas por elementos líricos. De hecho, Mile Lakić también registró su pertinente revisión, en este caso, junto a la Narodni Orkestar Carevac, y también lo hizo la mítica Sofka Nikolić. Años después siguieron su camino, entre otros, el inimitable Himzo Polovina o la gran Emina Zečaj, también acompañada de la Tamburaški Orkestar de Radio Sarajevo. Sin duda, una pieza al alcance, tan solo, de voces privilegiadas.
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