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Por César Campoy.

Mustafa Mujaga (Mujo) Komadina es una de las figuras políticas e históricas más conocidas de la historia moderna de Mostar, en particular, y de Bosnia-Herzegovina, en general. Nacido en 1839, este avispado empresario fue alcalde de tan bella ciudad durante una época maravillosamente convulsa; más en concreto, entre los años 1909 y 1918. Allí es considerado poco menos que un visionario y un revolucionario del ladrillo, ya que, bajo su mandato, o su patrocinio, surgieron muchas de las construcciones más carismáticas de aquel periodo, con el objetivo de modernizar y europeizar el enclave. De hecho, actualmente, paseando por el centro de la ciudad, es fácil toparse con alguna de ellas (o sus restos) en cada esquina: el edificio y los juzgados municipales; imponentes residencias privadas; algunas escuelas; varias mezquitas; puentes sobre el río Neretva como el Carinski (de la Aduana) o el Lučki (también conocido como puente de Mujaga Komadina), construido en 1913 y del cual se dice que, en su momento, se convirtió en el más largo del mundo en un solo tramo (72 metros); el bello edificio situado en la calle Mala Tepa (recientemente restaurado), en cuya planta baja se situaba la tienda regentada por Mujaga, y cuyos pisos superiores estaban destinados a viajeros sin recursos para que pudieran descansar de manera gratuita (una más de las incontables musafirhanas que poblaban las principales vías de comunicación del país), así como los celebérrimos baños públicos, durante cuya inauguración, en 1914, aquí el figura se desmarcó con una célebre frase dirigida a la multitud: «Amigos, aquí están los baños para aquellos que tienen dinero; para el resto, ahí tenéis el Neretva«.

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Mujaga Komadina, el inquieto.

Chascarrillos y chanzas aparte, según las crónicas, Komadina solía ser bastante generoso con aquellos que no tenían recursos, y era habitual que organizara la donación de leña, harina y alimentos. Además, impulsó la construcción de una central eléctrica (la primera de Herzegovina) y la instalación de centenares de farolas en la localidad, plantó cara al gobierno central de Sarajevo ante los elevados impuestos, y se mostró como uno de los máximos representantes del islamismo más progresista de la época promoviendo la Kiraethane (iniciativa musulmana de lectura y caridad), una institución en la cual los paisanos, mientras tomaban el té de rigor, podían departir sobre lo divino y lo humano, cultivarse, leer la prensa del día, asistir a actos culturales y apoyar a estudiantes y artesanos sin recursos.

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En la inauguración de los baños públicos.

En definitiva, nuestro adelantado protagonista, inquieto como si se desayunara cuatro cafés turcos de buena mañana, no paraba quieto. Ora atesorando una de las bibliotecas privadas más importantes de la región, ora fundando el departamento de bomberos voluntarios de Mostar, ora viajando de los resquicios del Imperio Otomano a los dominios austro-húngaros… De hecho, su mandato como alcalde coincidió con el control de la zona por parte de estos últimos (Mostar permaneció bajo las alas del águila bicéfala entre los años 1878 y 1918). Esto explicaría la influencia estilística centroeuropea en muchas de las obras impulsadas por un Komadina que, pese a mostrarse implacable a la hora de reclamar (y negociar) cierta autonomía local frente a la ocupación, gozó del beneplácito del mismísimo emperador Francisco José (el mandamás recibió a nuestro emprendedor amigo en más de una ocasión), al cual sorprendió, en la visita de este último a Mostar, en 1910, con un vistoso recibimiento repleto de elegantes alfombras, pompa, circunstancia y bailes regionales. En definitiva, un paisano que cambió la fisonomía de la localidad, un tipo caritativo, hecho a sí mismo, que arriesgó y adelantó su dinero para muchos proyectos municipales y que, tras la I Guerra Mundial, y con la entrada de las tropas serbias en la ciudad, prácticamente fue condenado al ostracismo. Un buen día de mayo de 1925, su organismo dijo: «Hasta aquí hemos llegado«. Fue enterrado en la mezquita de Lakišić. Durante la guerra iniciada en 1992, casi todo su legado fue bombardeado e incendiado.

Komadina, el Káiser y el Stari Most enmoquetado.

Komadina, el Káiser y el Stari Most enmoquetado.

Inspirada en la figura del intrépido Mujaga, como el lector adivinará, nació una popular sevdalinka, Dvore gradi Komadina Mujo que, en su versión más conocida, fue interpretada por otro insigne paisano suyo, un incomparable Himzo Polovina del cual, a estas alturas, no creemos necesario volver a remozarnos en sus logros personales y artísticos. Un tema celebrado, el que nos ocupa que, no obstante, no encabezó ninguno de los vinilos que el doctor publicó. De hecho vio la luz, por primera vez, en 1969 (vía Jugoton), como cara B del sencillo liderado por la movida Jutros prođoh kroz čaršiju. Ambas figuraban como piezas tradicionales, arregladas por el celebérrimo y ubicuo Spaso Berak; el mismo que, obviamente, se encargaba de dirigir la Narodni Orkestar Spase Beraka. El bueno de Berak, como ya apuntamos anteriormente, trabajó, a lo largo de su vida, con artistas como Rade Mladenović, Zekerijah Đezić, Mladen Tomić, Radmila Jagodić, Zora Dubljević, Beba Selimović, Nedžad Imamović, Meho Puzić, Šaban Šaulić… ¿Seguimos?

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La prueba del delito.

Ese mismo año, Himzo y Berak firmaron otro sencillo: el formado por los temas Mila majko, šalji me na vodu y U sutonu jedne proljetne noći. Por otra parte, pocos meses después, ya en 1970, tanto Dvore gradi Komadina Mujo, como Jutros prođoh kroz čaršiju, se integraron en el mítico recopilatorio de Jugotón titulado Himzo Polovina, toda una obra maestra del Sevdah. Además, cabe remarcar que no es ésta la única interpretación de Dvore gradi Komadina Mujo que consta en la discografía de Polovina. Como era de prever, los archivos de Radio Sarajevo guardan alguna que otra. Entre ellas, una bajo el amparo de la orquesta de tamburicas del propio ente.

Así pues, una de esas lujosas villas impulsadas por el mítico alcalde en Mostar, precisamente, es la protagonista de nuestra sevdalinka de hoy. De hecho, el título de Dvore gradi Komadina Mujo podría traducirse como La villa construida por Mujo Komadina. Hablamos de uno de esos vistosos palacetes (data de 1901) localizados en la (hoy) parte croata de la localidad (junto a la Plaza de España y el Gimnazija), en el cual Mujo vivió hasta su fallecimiento. Tras la II Guerra Mundial, y con la instauración del régimen de Tito, el edificio fue arrebatado a los herederos de Mujaga,  nacionalizado, y acabó convirtiéndose en biblioteca y casa de la juventud. Considerado un legado musulmán, radicales croatas decidieron, durante el conflicto iniciado en 1992, hacer una hoguera con él. Su maldición continuó finalizada la contienda. Mientras el resto de villas del paseo volvía a lucir (más o menos) su esplendor (algunas convertidas en sedes diplomáticas; otras, en oficinas de organismos internacionales), el desgraciado palacete recibía el abrazo de matorrales y se convertía en un auténtico estercolero.

villa

La villa llora.

En 2014, de hecho, se volvió a armar la marimorena. Mientras que en el oeste de Mostar la reclamaban para convertirla en sede de la biblioteca de la Universidad Croata, desde la otra parte del Neretva, la oriental, exigían que fuera la sede del Museo de la Ciudad, en homenaje al legendario alcalde. En todo este tiempo, mientras tanto, han seguido sonando los acordes de una sevdalinka que llora: «La villa construida por Mujo Komadina en el centro de Mostar, la ciudad más hermosa. Por todos admirada menos por Zaimova Zibo [este nombre difiere en otros textos]. ¿Por qué no estás aquí Zaimova Zibo? Para ti construí este palacio. Para ti este palacio construí, dorado de oro puro. Las manos buscan cálidas caricias, el rostro desea cariñoso cuidado, el corazón pide amistad pura, los labios buscan un desierto enamoramiento«.

recopilatorio

Una compilación de cabecera.

En cuanto a la interpretación a la que nos enfrentamos, pocos peros podemos encontrarnos ante una pieza ejecutada de manera contundente, señorial, impactante. La aguerrida introducción instrumental de Spaso Berak y su orquesta irrumpe de manera brillante, dándolo todo, marcando el ritmo, golpe a golpe. Instrumentos de cuerda y un acordeón omnipresente que, en todo momento, devendrá capital, dan paso a la aterciopelada e inconfundible voz de un Polovina que despliega el contraste perfecto. Sus palabras se deslizan, melodiosas, ofreciendo una muestra maestra del control vocal que el doctor era capaz de imaginar y brindar al respetable. Modulaciones de ensueño van desmenuzando, miga a miga, la historia. Control absoluto de la respiración hasta llegar al intermedio. De nuevo, rabiosa, la transición de Spaso y los suyos. Himzo ve la apuesta, la sube, y mantiene el pulso sin inmutarse, pero abrumando (y de qué manera) al oyente. Tercer asalto. Las espadas, en alto. Polovina contraataca el ímpetu instrumental con un escudo de terciopelo. Ambos bandos encaran la recta final agotados, el tempo se ralentiza. La obra maestra está lista.

emina

Emina, siempre Emina.

El lector comprenderá que la energía que desprende este Dvore gradi Komadina Mujo ha invitado, a lo largo de la historia, a varias figuras del Sevdah a animarse a acariciarla sin rubor. A principios de siglo, la legendaria Emina Zečaj, acompañada por el saz de Mehmed Gribajčević, se marcaba una tradicional y sentida revisión de la criatura en su ya mítica grabación Traditional bosnian songs (Gramofon, 2003). Antes, hicieron lo propio voces como las de Andrija Števanić o Rašid Hadžić.

También las nuevas generaciones han querido rendir pleitesía a tan digna composición. Sin ir más lejos, nuestra idolatrada Amira lo hizo en su disco Amira Live, editado por Gramofon en 2009, a partir de su concurso, en noviembre de 2008, en el interesantísimo Sarajevo Jazz Fest, celebrado en el imponente Bosanski Kulturni Centar. En aquella ocasión acompañaron a la diva Dino Šukalo (guitarra), Kim Burton (piano y acordeón), Edvin Hadžić (contrabajo) y Amar Češljar (percusión), y produjo Edin Zubčević, alma del festival, y una de las figuras clave para entender la música bosnia de los últimos lustros, ya que él mismo también es el fundador del mencionado sello Gramofon, que ha servido de vehículo de expresión para artistas de la talla de Damir Imamović, la propia Zečaj, Dubioza Kolektiv, Zoster, Adi Lukovac, Halka o Božo Vrećo.

Pocos meses después, veía la luz el disco 2010, de una de las ramas que surgieron de la separación de Mostar Sevdah Reunion. En él, la banda contaba, para rememorar nuestro Dvore gradi Komadina Mujo, con el concurso de Halid Bešlić. Más recientemente, en 2013, la formación holandesa liderada por el bosnio Igor Sekulović, Projekt Rakija, incluyó este clásico (además de muchos otros) en su trabajo Welcome to the family.

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