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Por César Campoy.

Los entendidos coincidirán en afirmar que, la de Đezić, es una de las voces más destacadas del folclore bosnio, aunque en contadas ocasiones su nombre suela aparecer en las listas más populares de los intérpretes masculinos de sevdalinkas. Nacido en Janja, cerca de Bijeljina, en 1937, desde muy joven paseó su maestría por hoteles de Yugoslavia, aunque fue en Tuzla donde comenzó a cimentar su buen hacer, poco antes de trasladarse definitivamente a Sarajevo. A Tuzla, precisamente (durante algún tiempo trabajó como cantante en la radio de la localidad), dedicó uno de los temas de su primera grabación, Tuzlanka se Sarajkama hvali, en 1964, registrada por Jugoton, pese a que formó parte de los catálogos de numerosos sellos del país. Tras dedicar buena parte de su carrera profesional a mimar los sonidos folclóricos, se retiró del mundo de la canción nada más finalizar la guerra de Bosnia-Herzegovina. Murió atropellado por un conductor que se dio a la fuga en 2002.

A lo tradicional

A lo tradicional

El tema que nos ocupa fue editado en 1966, dos años después de su mencionado debú profesional. Compuesta (música y letra) por el mismo Zekerijah, aquel epé también incluía otro tema creado por nuestro protagonista, junto al irrepetible acordeonista Jovica Petković (Sjećaš li se sijeda moja), además del Očima se Fata zaklinjaše (de Živojin Ćirković) y el Nigdje nema ljepših teferiča (del propio Petković y Mustafa Mujezinović). La base musical corrió, en aquella ocasión, a cargo de la Orquesta Nacional de Žarko Milanović, un afamado músico serbio que colaboró con nombres de la altura de Predrag Gojković, Nada Mamula o Vasilija Radojčić.

La indudable valía artística y sentimental de Razbolje se šimšir list caló pronto en el respetable. De hecho, ese mismo año, la canción formó parte del recopilatorio publicado por PGP RTB, titulado Pesme i igre naroda Jugoslavije (lo que viene siendo: Canciones y bailes de los pueblos de Yugoslavia), de clara vocación internacional. Đezić siguió, en las siguientes décadas, tanto recreando grandes clásicos del género (del Moj zumbule al U lijepom starom gradu Višegradu, pasando por Aj, od kako je Banja Luka postala), como ideando temas propios de la altura de Ružo moja, Golube moj o Rasplest ću ti ruse kose.

Coros y danzas

Coros y danzas

Conviene no confundir este Razbolje se šimšir list con otros temas tradicionales como Razbolje se lijepa Hajrija, Razbolje se sultan Sulejmane, Razbolje se Zarka o Razbolje se zlato neharato. En lo único que coinciden todas ellas es en el hecho de que algo o alguien enferma o se pone pocho: De Zarka, al sultán Suleimán, pasando por la bella Hajrija o (es nuestro caso) una sencilla, pero parlanchina hoja de boj, situada debajo de la ventana de la bella Magbula. El título, así pues, vendría a decir algo así como La hoja de boj enfermó. Al parecer, la mencionada Magbula debía tener mal de amores y, entre otras cosas, había comenzado a descuidar su jardín, que ya se mostraba un tanto mustio. La hoja de boj, tal vez una de las plantas más perjudicadas, se estaba tornando amarilla, así que se decide a actuar, y entabla una suerte de bizarra conversación con la joven, para animarla, diciéndole cosas como: «No llores, chica; podrías tener a cualquier hombre a tus pies«. Posiblemente, la desdichada doncella, asomada a la ventana, no cesa de llorar, y sus lágrimas son las que, tras derramarse sin descanso sobre el arbusto de la familia de las buxáceas, están contribuyendo a que ese color amarillento se acentúe. Esto explicaría que la elocuente hoja cierre esta sevdalinka con un: «¡No llores más, y riégame con agua!«.

Con la mirada perdida

Con la mirada perdida

En cuanto a la interpretación que nos ocupa, quién mejor que el propio compositor de esta pieza para sacarle el máximo jugo. Tras una introducción de manual, a cargo de Žarko Milanović y su orquesta, basada en la recreación de la segunda parte de la estrofa-estribillo, el bueno de Zekerijah entra decidido, repleto de optimismo, aunque emanando cierto aire de melancolía. La estructura textual del tema es tan sencilla como efectiva: Tres cuerpos idénticos divididos, a su vez, en otras tres frases. La tercera de cada una de ellas, viene precedida por la tradicional figura lírica «aman», que da paso a la resolución argumental de esas frases. Esta figura, de hecho, se convierte en una de las marcas más identificativas de este tema, ya que permite el lucimiento vocal del intérprete. Es en estas líneas sonoras donde, de hecho, mejor se aprecia ese registro de voz aflautada de Đezić que, en algunos momentos, y salvando todas las distancias, podría recordarnos a la del insuperable Himzo Polovina. El final, de manual, se produce a partir de la clásica ralentización.

Posiblemente la revisión más impresionante que ha vivido este Razbolje se šimšir list ha venido dada por la versión registrada por Halka en 2013 (vía Gramofon), en su disco de estreno, más en concreto a partir de la impactante interpretación del siempre personalísimo Božo Vrećo. Aquel trabajo sirvió para descubrir a la mayoría de los mortales, definitivamente, las inmensas posibilidades de un artista, casi, global. Una década antes, Ibrica Jusić también se había encargado de pasar por su particular filtro, en su disco Amanet, el tema que nos ocupa, mientras que, a mediados de los 80 del siglo pasado, una de las voces más destacadas del folclore montenegrino, Mirko Rondović, también se marcó una revisión de un tema que, pese a no formar parte de la lista de piezas históricas del Sevdah cuya autoría se ha perdido con el paso de los siglos, sí se ha convertido en un clásico del género.

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