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Por César Campoy.

Nacida en la localidad montenegrina de Pljevlja, Kadira Čano está considerada una de las máximas representantes de la tradición sonora del Sandžak. Siendo muy joven, a mediados de los 60 del siglo XX, decidió probar suerte en Sarajevo, segura de que aquel era el lugar ideal para demostrar su amor por el Sevdah. Allí, más en concreto, en Radio Sarajevo, trató de asimilar las enseñanzas de dos de los músicos más reputados que ha dado el género: Jovica Petković y Jozo Penava. En los archivos del ente dejó registradas muchas referencias, mientras editaba, con la connivencia de sellos tan variados como Diskoton, Beograd Disk, Velkaton, Diskos o PGP RTB, algunas de sus referencias. Precisamente con este último, en 1982, y ayudada por Budimir Jovanović, se desmarcó con el elepé Pjesme iz Sandžaka, repleto de temas de su tierra; aventura que repetiría, en 1988 (ahora, con Omer Pobrić), en su Najljepše pjesme Sandžaka.

Una producción Velkaton

A nosotros, no obstante, nos interesa analizar su revisión del clásico Zapjevala sojka ptica, un tema cuyos orígenes, algunas fuentes, localizan en la localidad kosovar de Prizren, merced a la diáspora bosnia que emigró hasta allí a finales del XIX, y que Kadira incluyó en su elepé Svi mi kažu da moj dragi laže (1987). Compuesto, también, por revisiones de Dani dugi (del dúo compositivo Nikola ŠkrbaJovica Petković), Il’ je vedro, il’ oblačno, Aj, bejturane (o Haj, bejturane) o Čempres viti, el vinilo contó con los arreglos de, nada más y nada menos, que el maestro Ismet Alajbegović Šerbo, la colaboración de Sead Purić y Senad Galijašević, y el absoluto protagonismo de la pequeña localidad de Velika Kladuša, situada cerca de la frontera de Bosnia-Herzegovina con Croacia. Allí, en el estudio de su radiotelevisión, fue donde se grabó la criatura, con la participación de la orquesta del ente. Además, y esto es lo más curioso, fue el sello (antes mencionado) Velkaton, el encargado de editarla. Velkaton era una pequeña discográfica de Velika Kladuša, dirigida por el periódico Kladuške Novosti.

Recuerdo de Velika Kladuša

El texto de Zapjevala sojka ptica varía dependiendo de la versión que elijamos. No obstante, la mayoría de ellas gira en torno a una misma historia, que comienza con el canto de un pájaro, el arrendajo (de ahí el título), que inicia su letanía pensando que está amaneciendo. Se dirige a una joven, Fata (en otras versiones, Kata), para alertarle de que debe levantarse y preparar los regalos, ya que ha de casarse. La pobre Fata, desconsolada, llora: «Soy pobre y joven; no tengo regalos«. El ave, extrañada, le pregunta: «Si eres joven y pobre, ¿por qué te vas a casar?«, a lo que ella responde, derrumbada: «No tengo ni idea; es mi madre quien ha arreglado esta boda«. Tan dramático episodio es narrado, con brío, por una Kadira que se hace acompañar por una orquesta en la cual juega un protagonismo especial el sonido del clarinete, sin duda, reencarnándose en aquel pajarillo curioso.

Entre pájaros anda el juego

En cuanto a otras interpretaciones, en primer lugar, habría que aclarar que la melodía de nuestro Zapjevala sojka ptica coincide, prácticamente, con la de Zapjevala bulbul ptica. En cuanto a la letra, existen variaciones, como también las hay, como hemos avanzado, en las incontables interpretaciones que del tema que nos ocupa podemos encontrar. Para complicar, un poco más, las cosas, también es posible encontrar una composición titulada Zapjevala bulbul ptica, que nada tiene que ver, en cuanto a texto y melodía, con ninguna de las piezas apuntadas. Su versión más conocida corrió a cargo de la eterna Ksenija Cicvarić. Una de las primeras referencias editadas de las que tenemos constancia es la realizada por Biljana Vuković, junto al Narodni Trio de Ratomir Petković (aquí, como Zapjevala bulbul ptica). Apareció en el elepé colectivo Narodne pjesme Bosne que promovió Jugoton en 1964. Por supuesto, en la memoria colectiva siempre perdurará la sensibilidad con la cual trató nuestra querida Silvana Armenulić a este Zapjevala sojka ptica, una creación que le venía como anillo al dedo, y que también mimaron voces como las de Mara Đorđević, Vasilija Radojčić, Mira Torbica o Himzo Polovina.

Una banda sonora muy particular

No obstante, tendríamos que trasladarnos hasta la década de los 80 del siglo pasado para toparnos con la mayor cantidad de revisiones publicadas. En 1980, Nada Obrić realizó una correcta adaptación, bajo la batuta de Omer Pobrić, incluida en su disco Kolo igra kod komsije (Jugoton). Más moderna, y tirando de percusión, fue la que se marcó Rizo Hamidović, con la connivencia de Radomir Vanovac, en su Čudna nasta ova godina de 1984 (Jugoton), mientras que Reuf Feković hizo lo propio en su vinilo Majko, vječna ljubavi del 85 (Jugodisk). Mención aparte merece la interpretación de, nada más y nada menos, que el mismísimo Davorin Popović, en la banda sonora del filme Kuduz, guionizado por Abdulah Sidran y Ademir Kenović, y dirigido por este último. En esta ocasión, el asunto musical corrió a cargo de Goran Bregović. Casi una década después, en 1997, las gentes de Dertum lo incluían en aquel mítico directo del exilio, que, para algunos, significó una nueva manera de entender la música tradicional de la zona. Precisamente, unos de los responsables del renacimiento del género, Mostar Sevdah Reunion, han venido reclamando, desde principios de este siglo, la condición de tema eterno de Zapjevala sojka ptica. Lo hicieron, por vez primera, en el celebérrimo A secret gate de 2003 (Snail Records), y su senda la siguieron nuevos artistas como Lejla Jusić (en su O, ljubavi de 2007) o Divanhana (primero, en su Zukva de 2015), sin olvidarnos de referentes actuales como Amira Medunjanin o Božo Vrećo.

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