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Por César Campoy.

Atesoraba, la gran dama del Sevdah, a estas alturas, una discografía envidiable. Corría el año 1962 y, tras numerosos epés publicados con Jugoton, Nada Mamula confiaba en el sello serbio PGP RTB para brindar, a su fiel audiencia, un vinilo de cuatro temas con el apoyo instrumental del reputado violinista serbio Žarko Milanović y su orquesta. El disco, imperdible de principio a fin, incluía sentidísimas interpretaciones de piezas tan míticas como Sarajevo, divno mjesto, Bulbul mi poje y Kolika je Jahorina planina, además de nuestra S one strane vode Sane, aunque, en otra carpeta publicada ese mismo año, figurara como S one strane vode Save. Realmente, la diferencia entre uno y otro título radicaría en el río elegido para situar la historia narrada, Sana o Sava, aunque, la práctica totalidad de las versiones registradas hacen referencia al primero.

Un disco de altura

De esta manera, el título vendría a significar algo así como En la otra orilla del Sana o Más allá de las aguas del Sana, que no es otra cosa que un río situado en el noroeste de Bosnia-Herzegovina, afluente del Una. Allí, Sajma se encuentra haciendo la colada, mientras, sumida en su rutina, ve la vida venir y le da vueltas a la cabeza. En un momento dado, mira su amuleto fijamente y se dirige a él para jurar: «No besaré a un extraño, sino a mi vecino más cercano, porque es más querido en mi corazón«. Todo ello lo narran, Mamula y Milanović, con alma y corazón. El segundo, con su orquesta, en la cual priman las cuerdas, no escatima en medios, ni en este tema, ni en los otros que componen el epé. Una imperial introducción de más de medio minuto da paso a la reina del género para que esta, con su parsimonia y dignidad habituales, alargue las frases como solo ella sabe hacerlo, y dé rienda suelta a su grave y atractivo registro. Nos hallamos ante un soberbio ejercicio de respiración al servicio de una pieza que pide orgullosa serenidad; precisamente, la que impone la orquestación en esa transición llegado el tercer minuto de camino. En definitiva, ni un solo pero para una gema que se despide sin que apenas nos demos cuenta.

Safet también la bordó

La de Mamula (que también se marcó otras interpretaciones, por ejemplo, a ritmo de tamburica) es una de las primeras versiones editadas que se conocen. No obstante, la imprescindible Milman Parry Collection guarda en sus archivos, al menos, dos grabaciones realizadas, en mayo de 1950, en Bijelo Polje, a cargo de Zejna Burdžović y de Đemo Zajmović, bajo la leyenda: Viejas canciones musulmanas. Más de dos décadas después, en 1972 (PGP RTB), Safet Isović grabó uno de los homenajes más recordados de S one strane vode Sane. Fue incluido en el disco Sevdalinke – Biseri Bosne i Hercegovine y, en aquellos momentos, el cantante se mostraba exultante, acompañado de su fiel orquesta Bentbaša de Suad Balta. Tampoco deberíamos de dejar pasar los tributos rendidos a esta joya por parte de Lela Karlović, junto a la Tamburaški Orkestar RTV Sarajevo, o los varios grabados por la popular Hanka Paldum.

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