Por César Campoy.
Tarde o temprano tenía que ocurrir, y una de las piezas más populares y coreadas de la tradición de la sevdalinka debía figurar en nuestro listado de algunas de las composiciones más reivindicables del género. U Stambolu, na Bosforu resume a la perfección, no tanto la esencia del universo Sevdah más puro, sino el concepto de creación artística como mezcla de influencias culturales, de entre las cuales, ante todo, sobresale el legado otomano. Tema de evidente influencia oriental, tanto en lo musical como en el texto, su estructura y, sobre todo, sus arreglos iniciales, sirven para que otros pueblos de esencia sureña mediterránea, entre otros, el andaluz, sean capaces de adivinar la evidente conexión que existe entre todos aquellos que, en algún momento de nuestra historia compartimos dichas influencias orientales. Comprueben, si no, la parecida inspiración, tanto en compositores como en arreglistas, de la introducción de la pieza que nos ocupa y de la de una tonadilla tan arraigada en la tradición popular de la llamada Canción Española como La bien pagá.

El Doctor, de paisano
En cuanto al intérprete que hemos seleccionado, no nos ha quedado otra que seguir confiando en el buen hacer del Doctor Polovina, mago de la sevdalinka en todas sus facetas, del cual, en diversas ocasiones, ya hemos glosado sus inapelables cualidades y valía. Como veremos poco después, defensores de este U Stambolu, na Bosforu los hay, y de altura, pero, sin duda, la maestría con la que el gran Himzo desgrana sus pasajes encuentra poca competencia. De hecho, se trata de un tema que a nuestro protagonista se le ha dado muy bien a lo largo de su carrera. Existen varias grabaciones repartidas en las diferentes décadas en las que Polovina desplegó su arte. Tal vez las más conocidas fueron las publicadas en los 70 del siglo pasado, todas ellas, bajo el manto de Jugoton.
La de 1971 encabezaba un sencillo cuya cara B protagonizaba Okladi se momče i djevojče. Se encargaba de la orquestación y los arreglos un clásico, Ratomir Petković, que compartió estudio con el Doctor en más de una ocasión, como ya hemos visto. Tras su inclusión en el elepé de 1976, Kradem ti se u večeri, otra versión diferente tuvo el inmenso honor de ser editada un año más tarde como cara B de uno de los máximos exponentes del arte de la sevdalinka, Emina, que analizaremos detalladamente en próximas entregas. En este caso, los arreglos corrieron a cargo de Spaso Berak (su orquesta es la que pone música al asunto), otro dignísimo compositor, intérprete y arreglista, que también había trabajado con Himzo así como con otros muchos artistas del género.

Himzo, de paseo
La interpretación que nosotros hemos seleccionado está capitalizada por la esencia de la tamburica, es decir, de la cuerda, del pulso y la púa. Las orquestas de tamburica fueron muy populares en buena parte de Yugoslavia y otros lugares de los Balcanes como Bulgaria, y lo siguen siendo en Croacia o Serbia. Durante muchos años, diversos clásicos de la sevdalinka fueron arreglados para ser interpretados por orquestas de cuerda (guitarra, tambura…), confiriéndoles una significación muy especial, a partir de esos trinos tan particulares.
Por lo que respecta al texto de la conocidísima pieza que ocupa nuestra atención, como adivinarán, su título viene a significar algo así como En Estambul, en el Bósforo y, como hemos avanzado, se convierte en ejemplo perfecto de la conexión que, durante siglos, existió entre el territorio de Bosnia y el Imperio Otomano, así como la influencia musulmana en la zona. Pese a que, como también viene siendo habitual en muchas sevdalinkas, existen pequeñas variaciones en la letra, esta creación viene a narrarnos el declive y muerte de un sultán otomano. Mientras el muecín reza por su alma desde el minarete, el potentado, cuando ve que su momento ha llegado decide repartir su numeroso harén entre sus servidores más leales. Después de que una lágrima ruede por su mejilla, acaba expirando, tendido en su diván. Poco después, las malas noticias llegan a oídos de su mujer que, tras derramar otra lágrima, también cae muerta.
Disculparán que ahondemos en el tema de la poligamia del sultán, pero en este caso nos viene que ni pintada para explicar uno de esos casos en los que una misma sevdalinka puede ser presentada a partir de ligeras modificaciones en su letra. En U Stambolu, na Bosforu, la versión más extendida afirma que el moribundo, cuando procede al reparto de su harén entre sus hombres de confianza, ofrece (podemos hacernos una idea de la magnitud de éste), al menos, siete viudas por cabeza: «Dok ste vjerno sluge moje služili moj harem, neka od vas svako uzme SEDAM žena barem». En cambio, en la adaptación que popularizó el bueno de Polovina, hay una variación considerable que no sabemos si pretendía (si ello fuera posible) dotar de un poco más de «humanidad» a la narración. Asegura que la oferta es, al menos, de una viuda: «Kad ste vjerno, sluge moje, služili moj harem, neka od vas svaki uzme JEDNU ženu barem».
En cuanto al aspecto meramente interpretativo, una llamativa y rotunda introducción de pulso y púa da paso a la delicada entrada de un Polovina que demuestra, seguro, sus habilidades vocales. El Doctor era capaz de deslumbrar sin necesidad de aspavientos absurdos; tan sólo modulando con maestría su voz, y creando pasajes, ora rotundos, ora casi a punto de quebrarse. Lo mismo ocurre con la instrumentación que, sin cesar, acompaña a Himzo. Constantes subidas y bajadas en la intensidad y tempo se convierten en elegante acompañamiento de una pieza que, en su recta final, se ralentiza y corta de manera abrupta para marcar el duelo por la muerte del sultán.
Por lo que respecta a otras dignas versiones de esta popularísima pieza, evidentemente, las nuevas generaciones de músicos también han querido aprovecharse de ella para dar a conocer su personalísima manera de adaptar a otros tiempos los clásicos. En sus inicios discográficos, las gentes de Mostar Sevdah Reunion incorporaron este U Stambolu, na Bosforu en su primera colección de éxitos revisitados, allá por 1999, al igual que una Sandy Lopicic Orkestar que, en su disco Border Confusion, de 2001, optó por una revisión un tanto más sofisticada.
Pero vayamos, ahora, a los grandes del género. Sin ir más lejos el incomparable Zaim Imamović se marcó una interpretación sencilla, pero efectiva, mientras dos de las damas de la sevdalinka también se mostraron bastante respetuosas con el original cuando se lanzaron a registrarlo. Hablamos de la incomparable Zehra Deović y de la efectista Hanka Paldum. Mención aparte merecen las recreaciones que una de las figuras más populares y veneradas de la tradición musical bosnia, Safet Isović, llevó a cabo, sobre todo, en la recta final de su vida (y, por supuesto, de su carrera). Amante, a partir de los 80 del siglo pasado, de los sintetizadores y las orquestaciones rimbombantes, la cima de la espectacularidad (discutible por algunos) la alcanzó en el espectacular concierto (de barroca puesta en escena) realizado en 2003 en el pabellón de Zetra, en Sarajevo.