Por César Campoy.
Lo hemos venido diciendo por activa y por pasiva: Zaim Imamović, además de un magnífico intérprete, era un gran compositor. El listado de criaturas gestadas por él (en solitario o en compañía de otros) es inmenso, y esta Otkad tebe nema es una bellísima muestra de un catálogo repleto de (ya) clásicos del género. Fue incluida como tema que abría la cara B de uno de los epés más importantes de su carrera, que lideraba el legendario Koliko je širom svijeta y cerraba Sabah Zora. Completaba una Ne tuguj, draga que, junto al tema que nos ocupa, había sido cincelado por Zaim (la música) y un solicitado Safet Kafedžić (letra), que trabajó junto a Imamović en muchísimas más ocasiones, creando piezas como Moj sokole, Da ja imam ata svog, Azemina, Doći ću ti u proljeće, Svaka ptica sa cvrkutom, Ne živi se tristo ljeta, Zašto si me mlada otrovala, Vezak vezla Ajka, Kad u bašti zaspu đul behari, U mahali, u sokaku, Žita zlatom klasaju, Pjesma Sarajevu, todos los temas del epé de Zaim encabezado por Uzalud je plakat draga, o del famoso Hej, šoferi (en el cual también participaba, cantando y componiendo, Safet Isović), o unas Tebi pjevam, Podignimo suncu čaše y Djevojko, daj se sjeti, junto a Nedžad, el hijo de Zaim. Porque Kafedžić, como era de prever, también trabajó con otros artistas como los mencionados, Milorad Todorović o el mismísimo Muhamed Mešanović Hamić.
El caso es que aquel epé es una auténtica gozada para los sentidos. Aquellas sesiones de grabación, que contaron con la participación de (fíjense) las orquestas de Ismet Alajbegović Šerbo (cara A) y Jovica Petković (cara B), rezuman un amor y una pasión prácticamente inabarcables. Reparen, si no, en cómo instrumentistas y vocalista estructuran una Otkad tebe nema que podríamos traducir como Desde que te has marchado. Ya en el segundo cero, el sentimiento de desazón pesa de manera irremediable. ¡Qué introducción! Ralentizamos, y entra Zaim, señorial, segurísimo, pero herido de muerte: «No florecen rosas y la lila azul ya no huele». Y, tristemente pizpireto, aparece el estribillo: «Desde que te has ido estoy huérfano; ni hay amanecer, ni brilla el sol». La primera bofetada ya la hemos recibido. Necesitaremos una transición instrumental a base de alocado y desesperado violín. Volvemos a serenarnos, y cogemos carrerilla hacia un nuevo estribillo: «Era primavera, y las flores cubrían la colina, pero, en mi corazón, tan solo había frío, hielo y nieve». Segundo bofetón. Nueva transición, y recta final con un ruego final desesperado: «Si todavía me tienes en tu memoria, vuelve a mí con el sol, ilumina mi casa». Y, mientras Imamović se aleja, el pesar, en nosotros, perdura. Por cierto, no se esfuercen en buscar otras interpretaciones. ¿Quién sería capaz de enfrentarse a tamaña gema tras un original insuperable? Y, sí, efectivamente, la dramática canción de idéntico título de Hari Mata Hari no tiene nada que ver con nuestra protagonista.