Por César Campoy.
A principios de los 60 del siglo XX, Zaim Imamović ya se había convertido en una de las piezas capitales de la sevdalinka contemporánea. A su valía como instrumentista y, sobre todo, como vocalista, se había sumado su facilidad para componer piezas destinadas a convertirse en clásicos del género. El movido Sve behara i sve cvjeta es un buen ejemplo. Su tempo al trote y melodía pegadiza pronto hicieron de ella uno de los temas más solicitados y populares. Con música del propio Zaim, y letra del incansable Nikola Škrba (ambos conformaron uno de los dúos compositivos más dinámicos de la historia del Sevdah), dio título al epé publicado, en 1964, por Jugoton, que también incluía el Kaži, Namko, otkud si, de Jozo Penava; el Srušila se kula, también de Zaim, y el Kaži, druže, bol i jad, de Rade Jovanović. Todo ello, pasado por el filtro de la orquesta nacional de Ismet Alajbegović Šerbo, es decir, un vinilo de los de guardar como oro en paño. Además, porque, curiosamente, en aquellas primeras ediciones en imprenta, la criatura apareció titulada como Sve behara i sve cvate. En los posteriores elepés de Imamović, como era de prever, el tema ya figuró con la ortografía correcta. La condición de pieza predestinada a formar parte del repertorio de los más grandes se concretó pronto. Ese mismo 1964, Sve behara i sve cvjeta abría la cara B del imprescindible epé, de Nada Mamula, liderado por Omer-beže na kuli sjeđaše (PGP RTB). Dirigía la orquesta, Žarko Milanović.

Así de moderna lucía Beba en los 80
Nosotros, no obstante, hemos optado por la revisión que se marcó otra de las reinas del género. Fue, en 1981, cuando Beba Selimović (fallecida en marzo de 2020) publicó el elepé titulado, precisamente, Sve behara… Lo hizo bajo el amparo del sello ZKP RTVL, cuyas siglas vendrían a decir: Publicación de casetes y vinilos de la RTV de Liubliana. De hecho, este disco fue registrado en el Studio 14 de la radiotelevisión de la capital eslovena. La producción corrió a cargo de Teodor Korban, profesional solicitadísimo durante los 80, y de organizarlo casi todo se encargó un Zoran Pejković que, además del acordeón y de dirigir su orquesta, se encargó de arreglar la mayoría de los temas del disco. Para rematar la faena, nuestro amigo contó con el clarinete del magnífico Boki Milošević, las guitarras de Žarko Vukašinović y los violines de Dobrosav Vasić. Eso sí, a la hora de redactar los títulos de crédito del larga duración, se produjo un detalle muy feo, ya que el tema que nos ocupa fue adjudicado a compositor popular (ni rastro de Zaim y Nikola), y tan solo apareció el detalle que indicaba que Pejković era el autor de los arreglos. Esta (convertir en anónimos a muchos de los creadores de algunas sevdalinkas), desafortunadamente, fue una práctica algo habitual, y no sabemos si fue propiciada por la vagancia, la mala leche o la desinformación.

El original, de Zaim, en 1964
El caso es que, en castellano, tan preciada pieza podría titularse como Todo brota y todo florece. La temática textual campestre, sin duda, va como anillo al dedo a esta melodía en fa mayor. No obstante, la letra es un poco más agridulce de lo que pudiera parecer, ya que el narrador en cuestión se desmarca, inmediatamente, al afirmar que, mientras las flores desprenden su aroma y amantes y fans de la jardinería muestran su euforia, en su pobre corazón una rosa se ha marchitado. Una rosa que, tras abandonarle y lanzarle una certera puñalada al corazón, no ha dejado más que dolor a su paso. Tan bella letra y tan pizpireta música fueron interpretadas, con solvencia, por aquella Beba Selimović ochentera que, no obstante, no cayó en la tentación de recurrir a sintetizadores y baterías electrónicas. Hay que reconocer que la dirección musical de Pejković es dignísima; los arreglos, de primera, y los clarinetes de Boki, como siempre, de una elegancia indiscutible. El tema comienza con una simpática y original introducción, que abre las puertas para que Beba comience a repartir arte bien entendido. Su conocida habilidad para alargar las frases y su entonación inmaculada sirven para levantar la moral del más tristón.

La trenza se le resiste a la Mamula
Como el lector adivinará, las versiones de este Sve behara i sve cvjeta, llevadas a cabo a lo largo de la historia, son incalculables. Sin ir más lejos, Muhamed Mujkanović cinceló una bastante potable en su elepé homónimo editado por Diskoton, en 1975. Siete años después, Mehmedalija Hajrić hizo lo propio en su larga duración Trepetljika trepetala (Suzy, 1982), con arreglos de Vladimir Felker, acordeón de Krešo Filipčić y acompañamiento de la Orkestar Bijele Strijele. El mismísimo Safet Isović lo incorporó a su repertorio pocos años después de su edición, e incluso llegó a grabarla, ya en los noventa, a partir de unos discutibles arreglos. Sin duda, las características del tema le iban que ni bordados a su registro vocal. No fue el único maestro de la sevdalinka que no se pudo resistir a acariciar nuestro Sve behara i sve cvjeta (esto da una idea de la importancia de un tema convertido, sin duda, en clásico inmortal). De hecho, Nedžad Salković registró varias versiones a lo largo de su carrera. Por último, también en los 90, el serbio Milan Babić incluyó tamaña gema en su elepé A što ćemo ljubav kriti.