Por César Campoy.
Siempre habrá que agradecerle al sello de la radiotelevisión de Bosnia-Herzegovina que, en 2007, prestara su apoyo a la edición del disco Aman jada od akšama do sabaha, una colección de catorce canciones a través de las cuales, el incomparable Avdo Lemeš, recupera, saz mediante, una parte importante del legado más tradicional del universo Sevdah. En aquel larga duración, por supuesto, no podía faltar una de las piezas más reivindicadas por los puristas del género. Esta Pita Fata Halil-mejhandžiju podremos encontrarla en diferentes versiones, a partir de modificaciones en su texto. De hecho, habrá quien se despiste al toparse con un Pita Hanka Halil-mejhandžiju, prácticamente similar. No nos preocupemos. Se trata de la misma historia, con diversas protagonistas femeninas (el nombre de la sufrida esposa será el que variará), pero solo dos masculinos: el desbocado (o malas pulgas) de Meho, y Halil, el posadero, como comprobaremos más adelante.

Un disco dignísimo
Como hemos visto en otras ocasiones, en este caso volvemos a toparnos con una composición nacida para ser servida al respetable a base de la mágica combinación de voz y saz. Una de las primeras grabaciones de las que tenemos constancia es la llevada a cabo por el maestro Muhamed Mešanović Hamić, en 1970. Pita Fata Halil-mejhandžiju encabezaba un sencillo publicado por Jugoton, convertido en una verdadera obra de arte para el amante de la raíz profunda y densa. Tan solo dicha ejecución estaría a la altura de la llevada a cabo por el magnífico dúo integrado por Emina Zečaj y el incomparable Selim Salihović. Ambos se marcan un homenaje a este rubí sonoro absolutamente inconmensurable. En todos ellos, seguro, Avdo Lemeš buscó inspiración para, tras años de interpretaciones públicas, incluir nuestro tema en el larga duración ya mencionado.

Imprescindible
Ya avanzábamos que podemos toparnos con diversas versiones de este Pita Fata Halil-mejhandžiju, aunque, prácticamente todas ellas, analizan las mismas correrías de un Meho convertido en un verdadero adicto, no sabemos si al mal beber o a la bronca. La traducción en castellano del título ya nos avanza por dónde van los tiros: Fata pregunta a Halil, el posadero. Por lo visto, su marido no ha regresado a dormir, y a la pobre mujer no le queda otra que recorrer la ciudad en su busca. Acostumbrada a las correrías del sujeto, acude a la kafana de costumbre e inquiere a su dueño: «¿Estuvo mi Meho aquí, anoche?«. El pobre Halil, un tanto acobardado y empático, responde: «Estuvo, lo juro por Dios, joven Mehagince [«esposa de Meho»]. Desde entrada la tarde, hasta la primera luz del día«. Según el propietario del mesón, hasta la medianoche, el desaparecido estaba intranquilo, y, en torno al amanecer, se volvió como loco y comenzó a destrozar el reloj, los vasos, las ollas y todo lo que se le puso delante para, acto seguido, salir, disparado, calle abajo. Para finiquitar la jugada, Halil trata de cerrar el asunto con un: «También me dijo que, si alguien preguntaba por él, no se preocupara, que ya volvería solo, cuando el merak [algo así como «el deseo», «la pasión» o «el humor»] lo permitiera«.

Siempre Emina
Esta narración es musicada por Avdo con pasión y serenidad hipnótica. En poco más de cinco minutos, este virtuoso sazlija desmenuza una pieza que se inicia con una introducción, como es de rigor, que marca la melodía a seguir. A partir de ese momento, instrumento y voz andan de la mano a excepción de unos cuantos segundos intermedios, en los cuales el saz perfila la transición entre las tres partes. Tras la última, la recta final rezuma alma y se concreta en una pequeña explosión que avisa de un cierre mínimamente ralentizado.
La verdad, pocas interpretaciones pueden compararse a las ya apuntadas. No obstante, también son recomendables la grabada (de nuevo), por nuestra Emina, en 2003, junto al saz de Mehmed Gribajčević; la que incluyó Halid Musić en su elepé Mogu l’ Hanko noćiti (Diskoton, 1981), o las de los eternos Behka i Ljuca, y, más recientemente, la del joven Zanin Berbić.