Home

Por César Campoy.

Indudablemente, un texto de estas características, repleto de nostalgia del amor perdido y flores varias, tan solo podía haber nacido de la pluma de Aleksa Šantić. El poema Gonđe ružo, convertido en sevdalinka (una más de las inspiradas en el escritor de Mostar) bajo el mismo título o, también, Gonđe ružo, u zelenom sadu, data de 1902, y fue acogido por el mago Himzo Polovina, paisano de Šantić, al inicio de su carrera. Iniciado en la música en la capital de Herzegovina, entre otros, en el conjunto Abrašević, el doctor combinó a la perfección su labor como reconocido neuropsiquiatra con el arte del Sevdah, del cual está considerado uno de sus pilares principales. De hecho, una de las ramas profesionales que más frecuentó estuvo basada en el uso de la música como terapia efectiva. 

Los primeros años de Himzo

Con 26 años, animado por sus amigos, se dejó caer por las instalaciones de Radio Sarajevo para hacer una prueba. El resto es historia de la música tradicional de los Balcanes; una historia que, oficialmente, se inicia a finales de los 50 del siglo XX, cuando Jugoton comienza a editar grabaciones realizadas por el artista. La primera de ellas, en 1958, estuvo encabezada por Stade se cvijeće rosom kititi. Ese mismo año ve la luz el sencillo liderado por Gonđe ružo, u zelenom sadu, que completaba Mustafu majka budila. Le acompañaba (reparen en el nivel) el dúo formado por Jovica Petković e Ismet Alajbegović Šerbo. El vinilo fue reeditado un par de años después y, en 1972, Polovina retornó al estudio para grabar una nueva versión del tema, esta vez, con la ayuda de Ratomir Petković, que formó parte del más que recomendable elepé Narodne pjesme iz Bosne i Hercegovine (Jugoton).

El original de 1958 

El caso es que este Gonđe ružo, cuyo título podríamos traducir como Rosa sin florecer, parte de un texto que, entre (por supuesto) rosas, albahaca, jacintos y mucha metáfora, rememora el abandono de la amada, y de una elaborada melodía que le viene como anillo al dedo. De la interpretación seleccionada, poco que objetar. El Doctor, desde sus tiempos mozos, fue tocado por una varita mágica que hizo posible que su garganta, además de ser capaz de fabricar ese registro aflautado y sereno, nunca incurriera en tropiezo o desafine alguno. Abren, melancólicos pero firmes, los acordeones que, de inmediato, se apartan para que irrumpa, elegante como pocos, Polovina. Tan solo por escuchar cómo entona Himzo ese «ljepše nego«, por esos dos compases, ya vale la pena adentrarse en tan brillante ejecución de un tema que han defendido decenas de artistas de todos los rincones de Yugoslavia: Raša Pavlović, Slobodan Lalić, Emina Tanjić, Muaz Borogovac (a base de saz), Mostar Sevdah Reunion, Zaim Imamović, Zekerijah Đezić o Mile Petrović.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s