Por César Campoy.
Cinco estrofas y diez compases son suficientes para construir una de las piezas de flirteo y aire picarón más pizpiretas que ha dado el género. Una composición de tono festivo y popular que, como mandan los cánones, ha de ser interpretada a dúo. Nosotros, en un ejercicio de memoria y tributo, hemos recurrido a una pareja emblemática de aquella trascendental diáspora que, en suelo estadounidense, desde principios del siglo XX, se dedicó a recuperar, con tremendo éxito, sones tradicionales balcánicos. Hablamos de Edo Ljubić y Olga Turković. El primero, toda una leyenda en tierras yugoslavas, decidió establecer su nuevo hogar en Norteamérica, justo cuando estalló la II Guerra Mundial. Allí se convirtió en una de las figuras más renombradas de aquella exitosa factoría, y grabó con sellos de la talla de Victor, Columbia, Decca, Balkan Records y, por supuesto Sonart, especializado en sonidos del este de Europa, que contó, entre sus filas, con diversas orquestas de tamburicas y artistas como Josip Kalafatić o Milan Verni. Junto a Edo, Olga Turković llegó a registrar varias referencias, a 78 RPM, a mediados de los 40 del siglo pasado. Una de ellas, efectivamente, fue la compuesta por nuestro Gdje si da si moj golube, al cual acompañaba, en su cara B, Ja te ljubim, djevo mila. La criatura, estampada en shellac, vio la luz en 1946, y en ella intervino la solicitada orquesta de tamburas Banat, fundada, en 1912, en Nueva York.
Todos ellos consiguieron que nuestra protagonista fuera brindada al respetable a partir de un continente vistoso y alegre, con un objetivo claro, por supuesto, alejado de lo meditativo. Fieles al estilo de la época, Edo y Olga modulan su voz siguiendo los cánones de la impostura y el academicismo vigentes. Mientras tanto, el acompañamiento instrumental desprende el jolgorio propio de una formación curtida en mil batallas. No se necesita mucho más para acunar un título que podría ser traducido al castellano como ¿Dónde estás, paloma mía?, y cuyo texto lo dice todo: «‘¿Dónde estás, paloma mía?, ¿por qué no contestas?’ ‘Aquí estoy, a tu lado, ¿no puedes verme?’ ‘¿Y dónde está tu vieja madre? ¿Puede desaparecer por ti?’ ‘¡Se fue al jardín de rosas, a recoger flores!’ ‘Está recogiéndolas para adornarme, ¡que soy la más hermosa!’«.
Desde aquella pionera grabación, decenas y decenas de artistas han incorporado el tema que nos ocupa a su repertorio, bien en vivo, bien en estudio. Anđelka Govedarović, sin ir más lejos, se marcó varias versiones con acompañantes como Dragoljub Lazarević o Raša Pavlović. Unas décadas atrás, Mira Šisler había incluido Gdje si da si moj golube en su epé de 1966, editado por Jugoton, compuesto, también, por el Jutros mi je ruža procvetala de Petar Tanasijević, Djevojačko kolo y Lane moje. Le acompañaba la Tamburaški Zbor RTV Zagreb, liderada por Ivica Petanjek. Siete años más tarde, una pareja de lujo mostraba sus cartas, y Jugoton conseguía reunir a Silvana Armenulić y Predrag Gojković Cune (que también grabó otro homenaje junto a Merima Njegomir) que, con la connivencia de la orquesta de Boki Milošević se marcaba una señorial revisión. La mismísima Mersa Miljković, en su popular elepé Biseri narodne muzike (Suzy, 1982), echaba el resto, e incluso protagonizaba un exclusivo vídeo-clip en el que se le podía ver haciendo la colada a la orilla del río. En aquel vinilo, producido por Siniša Doronjga, el acompañamiento fue cosa del acordeón de Krešo Filipčić y la orquesta Bijele Strijele. Hoy en día, tan solicitada tonada sigue sonando en fiestas y saraos varios, así como concursos televisivos de talentos, mientras el respetable sigue rememorando otras interpretaciones legendarias como las de Beba Selimović o Zaim Imamović.