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Por César Campoy.

Es posible que nos encontremos ante una de las sevdalinkas más modernas de las abordadas desde este foro. Se trata, efectivamente, de una pieza relativamente actual, teniendo en cuenta las composiciones clásicas en las que nos solemos basar. Por ello, habrá quien intente restar cierto grado de magnificencia a este Ne klepeći nanulama. No obstante, podemos afirmar, sin ánimo a equivocarnos, que nos hallamos frente a una de las creaciones más emocionantes que ha dado el género, ya no por su melodía repleta de clara esencia agridulce sino, sobre todo, gracias a una de las letras más acongojantes que se han compuesto en el último medio siglo de historia de lo Sevdah.

La versión que hemos seleccionado no es otra que la brindada por un conocido de Sevdalinkas: El Príncipe de la Sevdalinka, nacido en Tuzla, Nedžad Salković. Un intérprete coqueto y siempre dispuesto ante una cámara, de perenne sonrisa y perfecto peinado. Todo un dandi del escenario que, además, siempre ha hecho gala de un registro vocal correctísimo, el mismo que le ha convertido en una de las últimas leyendas de la canción popular bosnia más queridas.

Un hombre bueno y formal

Un hombre bueno y formal

Ne klepeći nanulama cambió definitivamente la carrera y existencia del bueno de Salković en torno a 1982, justo cuando el sello PGP RTB editó el elepé de mismo título, compuesto por un total de nueve canciones, todas ellas arregladas e interpretadas, instrumentalmente, por el gran Svetomir Šešić y su orquesta. El mismo maestro, de hecho, que se encargó de perfilar la estructura de una versión (la primera que grabó Nedžad) que, probablemente, se ha convertido en la más popular de este tema. El lanzamiento de este disco vino acompañado, efectivamente, por el de un sencillo, cuya cara A ocupaba la pieza a la que hoy rendimos tributo, y que venía acompañada de Sjećaj me se, sjećaj, la composición creada por Vukoman Kraković (letra) y Danilo Živković (música).

Pero no nos despistemos, y dejemos una cosa muy clara: La existencia de Nedžad siempre irá unida, pese a su dilatada carrera y su facilidad para enfrentarse a decenas de clásicos, a este Ne klepeći nanulama. Su manera de afrontarlo es la más lograda y, sin duda, la más alabada, en las diversas ocasiones en que ha registrado este verdadero himno. Incluso más que la del compositor de la tonada que nos ocupa. No hay grandes éxitos del artista que no la incluya. De hecho, si se topa con alguno que no lo hace, huya despavorido.

También en musicasete

También en musicasete

Avanzábamos que nuestro Ne klepeći nanulama tiene autores prácticamente contemporáneos y reconocidos, y así es. Se trata de Ibrahim Dedić, creador de tan maravilloso texto, y el inconfundible Husein Kurtagić, responsable último de una partitura tan agridulce como melancólicamente emocionante. La historia de Husein es la de cientos de figuras del Sevdah, de origen humilde y hechos a sí mismos. En este caso, la de Kurtagić, nacido cerca de Trebinje, es la de un pequeño que, a los siete años, perdió la vista después de que un artefacto de la II Guerra Mundial (recién finalizada) le estallara en la cara mientras jugaba con sus amigos. Persona empecinada y hombre emprendedor, diez años después ya se había convertido en vocalista de Radio Sarajevo. A partir de aquí, su carrera fue fulgurante, y a la de cantante, pronto sumó la de compositor, productor, periodista, instrumentista, agitador cultural… Además de grabar algunas referencias, creó temas para los más grandes del género.

Husein Kurtagić: A la fresca

Husein Kurtagić: A la fresca

Pero regresemos a la esencia de este Ne klepeći nanulama que, además de con su inconfundible melodía, tiene que ver con su desconcertante e impactante letra. La traducción literal del título vendría a ser algo así como No hagas ruido con tus zuecos. Si bien esta afirmación les dirá bien poco, cuando descubran la trascendencia del texto completo entenderán a qué nos referimos. De hecho, y sin que sirva de precedente, en esta ocasión no resumiremos la historia contada, sino que nos limitaremos a brindarles una traducción lo más fiel posible. Así, mientras escuchan la melodía entenderán la razón de nuestro desasosiego casi delirante ante esta creación:

«No bajes del hórreo y no preguntes dónde estaba, por qué tengo los ojos llorosos, ni por qué he derramado lágrimas.

Estuve cerca de su tumba y llamé a mi madre que falleció; le llevaba un regalo desde mi corazón, pero no se lo di.

No hagas sonar tus zuecos cuando bajes del hórreo; no dejo de pensar, mi amor, que es mi madre quien está bajando las escaleras»

Las escaleras de la Svrzina kuća

Las escaleras de la Svrzina kuća

Como les avanzábamos, el gran Nedžad grabó varias versiones de este Ne klepeći nanulama. La que a nosotros nos interesa no es de las más antiguas. La hemos preferido porque, además de mostrar la expresividad de Salković de una manera más abrumadora, está arropada por una instrumentación ambiciosa, pero no desbordante, a partir de casi todos los elementos de la sevdalinka moderna: acordeón, cuerdas, vientos… y ese contrabajo y esa guitarra que, de manera discreta, lanzan vistosas y cómplices pinceladas. Nuestro intérprete, por su parte, se muestra seguro, pero increíblemente sensible, acompañado por una segunda voz clave en el desarrollo de la pieza. La última estrofa, la que hace que este tema alcance su zenit, es afrontada con una seguridad aterradora por el artista, que, no obstante, languidece repentinamente en un final ante el que ralentiza y modula su registro.

Por lo que respecta al resto de versiones de este Ne klepeći nanulama, ya avanzamos antes que, la mayoría de ellas, están construidas a partir de instrumentaciones contemporáneas. No se trata de una pieza fácilmente asumible, pero, eso sí, quien se atreve a incluirla en su repertorio sabe que cuenta con un seguro de vida para rectas finales que gusten de la lágrima. Sin ir más lejos, el malogrado Toše Proeski, tiró de ella. Por ejemplo, en compañía de su compatriota macedonia, la incomparable Esma Redžepova, en varios de sus directos. No podíamos, por otra parte, obviar la revisión que su propio creador, Husein Kurtagić, realizó, repleta de arreglos más modernos, así como la particularísima y ochentera adaptación con saxofón que se marcó Faruk Jažić, aparecida en su disco Marina. Como podrán comprobar, ninguna de ellas se acerca a la registrada por Salković. Ni tan siquiera las que llegaron a realizar Predrag Živković – Tozovac, mucho más melódica, o la grandilocuentemente coral y abrumadoramente emocionante, que en 1985 se marcó el Sekstet Skadarlija.

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