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Por César Campoy.

A principios de los 60 del siglo pasado, y pese a que se inició en esto de la música profesional un tanto tarde, Jozo Penava ya llevaba unos cuantos lustros en Radio Sarajevo, demostrando su buen hacer como instrumentista, arreglista, productor y, por supuesto, compositor. El recurso materno ya lo había utilizado, en 1958, en un sencillo registrado por Nada Mamula que, en su cara B, incluía el tema Mene moja zaklinjala majka (la cara A era para el Bosno, zemljo moja mila, de Jovica Petković). En esta ocasión, el elegido fue un joven Safet Isović con quien, precisamente aquel año 58, Jozo ya había trabajado al brindarle una animada Sarajčice, hajdemo!

Epé mítico, imprescindible, crucial.

Se podría decir que Safet prácticamente se había desvirgado, en cuestiones discográficas, con un Penava al que, ya convertido en estrella, el artista bosnio retornó en varias ocasiones. Una de ellas, decíamos, tuvo lugar en 1962. Ese año, Jugoton publicaba el epé Pjesme iz Bosne, compuesto por cuatro temas interpretados por Isović y Zaim ImamovićSjetuje me majka, a cargo del primero, abría una criatura que completaban Zašto si me majko rodila (de e interpretada por Imamović), la refrescante Zelen lišće goru kiti (clásico con texto de Đura Jakšić) y la magna Stara staza (de Škrba y Alajbegović); estas dos últimas, ejecutadas a dúo. La base musical, faltaría más, corría a cargo de los reyes del acordeón, es decir, la magnífica pareja formada por Jovica Petković y el propio Ismet Alajbegović Šerbo. Repóquer de ases, ¿verdad?

Safet, ya convertido en un grande.

De aquella grabación, celebradísima, Jugoton se marcó diversas reediciones en los años siguientes, y la mismaSjetuje me majka acabó formando parte de varios recopilatorios del artista, entre ellos, el más que recomendable Safet Isović, de 1971. Se trata de un tema que siempre irá unido a la carrera de esta leyenda del Sevdah, que siempre lo mantuvo en sus grabaciones y actuaciones y que, en 2003, en aquel despampanante y multitudinarioconcierto en Zetra, decidió rendirle un último homenaje incluyéndolo en aquel triple cedé publicado por Bosnatonrepleto de reverberación, coros y decorados grandilocuentes. 

Milan, misterioso.

Nosotros, no obstante, preferimos quedarnos con aquella primera versión, que huele a fresca inocencia. Los acordeones de Ismet Jovica corretean juguetones sin pisarse, mientras esperan, ansiosos, cual joven perrillo, la llegada de un Safet que, a esas alturas, disfrutaba de un registro señorial, alejado de absurdas estridencias. El de Bileća, así pues, entona con valentía y sentimiento una melodía en la que se mece un texto (Mi madre me echa de menos) que rinde tributo a aquellas progenitoras que suspiran al ver cómo sus hijos, que hace nada jugaban en el parque, ya se han convertido en jóvenes pretendientes con nuevos anhelos. En cuanto a otras interpretaciones, pocas son las alternativas a un matrimonio tan bien avenido. Tal vez podríamos destacar la llevada a cabo por Milan Babić en su elepé Biseri narodne muzike (PGP RTB, 1991), bajo la dirección musical de Ljubiša Pavković y la producción de Žarko Vukašinović.

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