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Por César Campoy.

Siendo apenas una veinteañera, Zora Dubljević ya formaba parte de los entresijos del universo Sevdah en Sarajevo, su ciudad natal. En esos momentos, ya grababa habitualmente con Jugoton, con el apoyo de leyendas como Ismet Alajbegović Šerbo y Jovica Petković. Además, ya se había convertido en una habitual de los estudios de Radio Sarajevo, y sus archivos son buena prueba de ello. Sin ir más lejos, con este Sarajevo na visoku gledu, registrado, en fecha indeterminada, junto a la Tamburaški Orkestar RTV Sarajevo. La noticia de la existencia de esta pista, a la mayoría de los mortales, nos llegó cuando uno de los sellos de la radiotelevisión de Bosnia-Herzegovina, heredera de todo aquel legado, publicó el tercer volumen de la magnífica colección Antologija BH sevdalinke.

Una soberana antología.

En él quedaba patente el señorío con el cual la Dubljević se enfrenta a una pieza, a primera vista, sencilla y de cómoda estructura (tan solo tres frases integran este tema, que podríamos traducir como Sarajevo, de un vistazo) que, no obstante, te atrapa sin remisión. En este sentido, en la versión que nos ocupa, juega un papel trascendental esa orgullosa y fresca brisa propiciada por los instrumentos de pulso y púa. Introducen señorialmente, acompañan con modestia y marcan las transiciones de manera luminosa, mientas Zora desgrana tan simple mensaje con simpática majestuosidad, a partir de ese registro tan particular.

Una joven Zora.

En cuanto a otras interpretaciones, no podíamos dejar pasar la oportunidad de destacar las dos que se marcaron Zaim y Damir Imamović, nieto y abuelo, con varias décadas de diferencia. El primero, a base de sencillo pero efectivo acordeón. El segundo, en el marco de su estreno en solitario, en 2010, acompañado, tan solo, por su guitarra, a partir de una dulce adaptación. En esta ocasión, producía Edin Zubčević, mandamás del sello editor, Gramofon. Unos años antes, en 1979, Hanka Paldum había homenajeado a nuestra Sarajevo na visoku gledu en su elepé Srebro i zlato (Sarajevo Disk), mientras que, en 1983, una versión de otra grande, Beba Selimović, había formado parte del recopilatorio colectivo titulado Pjesme o Sarajevu (Jugoton), repleto de composiciones en torno a la capital bosnia que, en esos momentos, estaba a punto de celebrar sus Juegos Olímpicos.

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