Por César Campoy
La sencillez hecha ternura y convertida en una de las creaciones sonoras más populares que ha visto nacer el Sevdah. Apenas ocho compases reiterativos y tres estrofas bastan para dar forma a una de las sevdalinkas más solicitadas por el público, y más resultonas en cualquier repertorio que se precie. Decenas y decenas de artistas así lo han venido entendiendo, durante décadas y décadas, como veremos un poco más adelante. Eso sí, tamaña llaneza es contrastada con numerosas modificaciones en la bella y pegadiza letra de un tema que también es conocido como Moj behare, ko li mi te bere, y que Rade Mladenović se aventuró a grabar en 1964. De hecho, se trata de una de las primeras referencias, editadas oficialmente, que hemos podido localizar, junto a la registrada, aquel mismo año, por Himzo Polovina, en un soberbio sencillo (completaba Pjesma o Mehmed-paši Sokoloviću) auspiciado por Jugoton, y en el cual el maestro se apoyó en el acordeón y la orquesta de Ratomir Petković. En el caso de Rade, la composición también daba título al vinilo, un epé que también incluía Oj Prijedore, Karanfil se na put sprema y Ašikuje Adem-aga, y que contaba con la colaboración de la orquesta de Krešo Filipčić, la misma que le acompañó, un año más tarde, en la realización de otra producción de cuatro temas liderados por el célebre S one strane Plive. Mladenović dedicó buena parte de su carrera en recuperar piezas célebres del universo Sevdah, como así atestigua su elepé de 1971, Kad ja pođoh, draga, de nuevo, mano a mano con Krešo, desde que, en 1960, se estrenó con Jugoton merced a la risueña Koja gora razgovora nema.

Podríamos traducir al castellano Moj behare como Mi flor de cerezo. De las numerosas versiones existentes, nos quedaremos con la más estandarizada; la que figura en la mayoría de textos dedicados al género. Amor y desamor con decorado floral. ¿Verdad que les suena? «Mi flor de cerezo, ¿quién te está recolectando? No tengo quien lo pueda hacer por mí. […] ¿Lo están haciendo mis novias, mis enemigos? […] No importa, deja que pase su tiempo, deja que coquetee con quien quiera. No lloraré, ya estoy buscando mi felicidad«. Tras este final tan curioso, eso sí, Himzo Polovina añade una estrofa más, que vendría a decir algo así como: «Maldita sea, eres el primer amor. La infidelidad provoca una tristeza inmensa en el corazón«. En cuanto a la interpretación que nos ocupa, Rade muestra su color más amable y sereno, en la senda ya marcada por Polovina. En comparación con las primeras grabaciones del artista, su voz ya se ha asentado lo suficiente como para ofrecer una ejecución que es asumida sin ningún tipo de problema. Además, la fragilidad con la cual vocaliza y abre frases como la que reza «Al’ neka ga» son buena muestra de la calidad depurada de su voz. Todo ello, casi sin molestar, es envuelto con modestia por Krešo Filipčić y su orquesta.

Este plato tan apetitoso, ya lo avanzábamos, ha sido adoptado, a lo largo de décadas, por incontables artistas. Algunos (los que nos interesan), con más suerte, como el propio Polovina, que lo incorporó a su discografía de manera continua (tal vez estemos hablando de la versión más difundida), Hanka Paldum, Radmila Dimić, Fikreta Đuvelek, Mersa Miljković, Milica Zdravković o Beba Selimović. En 2016, el trío compuesto por Dražen Franolić, Kamenko Ćulap y Marko Jovanović, a partir de su pasión por la peculiar combinación de laúd árabe, armónica y udu, revisitaron este Moj behare en su disco Put, publicado por Geenger Records.