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Por César Campoy.

No hay discusión posible. Emina se encuentra entre los cuatro o cinco pilares sonoros más elementales del Sevdah. Es imposible calcular todo aquello que este tema universal ha aportado al género, a nivel musical y textual, y, en consecuencia, en el plano intelectual. Piezas como esta han conseguido dotar de un mayor prestigio y calidad a un universo, el de la sevdalinka, que estará eternamente agradecido a Aleksa Šantić, el poeta serbio nacido en Mostar, que entregó su vida y su alma a su adorada ciudad, capital de Herzegovina, a partir de unos escritos básicos para entender la sociedad eslava del sur de finales del siglo XIX y principios del XX. Además, se convirtió en elemento capital a la hora de revitalizar el ambiente cultural de la zona, al participar activamente en la creación y gestión de numerosas entidades y publicaciones. Así, casi un millar de poemas le contemplan, y su legado es más que evidente, por supuesto, en su ciudad natal, pero, también, en Serbia, y buena parte de Bosnia-Herzegovina; sobre todo, en los dominios de la República Srpska, donde, incluso, su rostro aparece en la mayoría de billetes de 10 marcos convertibles que circulan por el ente (en la parte bosniaco-croata, la figura elegida es la del también poeta, nacido en Stolac, Mehmedalija Mak Dizdar).

Aleksa, en billete

Pero retornemos a Emina. El texto original fue publicado en la revista literaria Kolo, en 1902, y la protagonista de sus versos no es otra que Emina Sefić (más tarde, Koluder), una vecina musulmana del propio Šantić, cuyo padre era un importante imán. Siendo muy joven fue secuestrada por su futuro marido, y acabó teniendo catorce hijos, hasta fallecer en 1960. Sí, 1960, y no 1967, como figura en muchos de los escritos en torno al tema. El año correcto nos lo confirma, directamente, Semir Vranić, uno de los mayores expertos en Sedvah que existen, hoy en día, en el mundo, y responsable de la imprescindible web sevdalinke.com. Junto a Fikreta, esposa de PolovinaSemir estuvo trabajando, denodadamente, recopilando la mayoría del material disponible sobre el artista; lo cual le convierte, también, en todo un entendido en torno a la obra del mago de la sevdalinka. 

Una obra maestra. Dos himnos

Y, precisamente, la defunción de Emina nos sirve para conectar con la revisión llevada a cabo por Himzo, en 1964 y que, junto a otras posteriores, convertirían al Doctor (también oriundo de Mostar), en la voz oficial de tan bella composición cuya melodía, curiosamente, se articula en una sencillísima línea de tan solo ocho compases que, previamente, ya había sido registrada por diversos artistas. Sin ir más lejos, en torno a 1956-1957, por Božidar Ivanišević. Aquel sencillo, en formato shellac, vio la luz a través de Jugoton, la cara B se completaba con la siempre efectiva Pokraj Save badem drvo raste, y el acompañamiento corría a cargo de la orquesta de tamburicas de Sava Mihajlović.

Božidar se adelantó

Pocos años antes, fue Jozo Kristić el encargado de realizar una versión del clásico, en este caso, bajo el título de Sinoć kasno pođoh, y en compañía del acordeón de Ismet Alajbegović Šerbo. También editaba Jugoton, y la cara B era cosa de Šta bi bila đuzel đula. No fueron, eso sí, los primeros homenajes sonoros a Emina registrados. El propio Vranić nos apunta la existencia de otros en los años 30 del siglo pasado, como el de Stevan Bačić-Trnda (violinista y director serbio nacido en el Sombor de la Voivodina, que también gustaba de cantar, y que giró por toda Europa y Norteamérica), bajo el título Sinoć kad se vratih; e, incluso, en los años 20, a cargo del pionero Mile Milutinović. Nosotros, rebuscando todavía un poco más, nos hemos topado con otra grabación en shellac, a cargo de Adamov & Company Tamburica Orchester, aquí rotulada como Haj dockan podjo (Columbia). La sesión de marras tuvo lugar en la ciudad de Nueva York, en diciembre de 1929.

Adamov y compañía

No obstante, uno de los aspectos que hacen diferente la eterna interpretación de Polovina (además, por supuesto, de su elegancia supina) radica en el hecho de que incorpora unos versos labrados por la poetisa mostarense Sevda Katica. Tras el fallecimiento de Emina, el cantante acudió a visitar a la escritora a su casa, en el vecindario de Donja Mahala, y esta le brindó un texto que, como veremos, servía para completar la pieza ejecutada por Himzo. Evidentemente, si como muchas fuentes afirman, Emina hubiera fallecido en 1967, esta incorporación de versos no sería comprensible, ya que la primera y más eterna revisión de Himzo, precisamente, la que nos ocupa, vio la luz en 1964. En aquel momento, la solvencia del artista ya era indiscutible, ya que venía de publicar su incomparable versión del Telal viče. Era hora de rendir tributo a Aleksa Šantić a través de un vinilo que, de inmediato, se convirtió en referencia trascendental, imprescindible, crucial, histórica, elemental, sagrada, mítica y épica en la historia del Sevdah. Abría, como ya sabemos, nuestra Emina, pero completaba, fíjense, el Hasanagin Sevdah (Što te nema). Dos obras maestras de más de seis minutos de duración cada una, acompañadas magistralmente por la orquesta de Ratomir Petković, que justifican el hecho de que este epé tan solo disponga de una pista por cara.

Tan joven y ya genial

Como era de prever, la criatura fue apareciendo, posteriormente, en numerosos recopilatorios, tanto colectivos, como de Himzo. El más importante y recomendable, aquel publicado en 1970, que reunía lo mejor del artista, hasta el momento. Entre ello, las dos piezas del sencillo mencionado. Además, tan metida en su piel quedó, para siempre, Emina, que Polovina no cesó de revisitarla. Sin duda, era la voz que más derecho tenía a hacerlo. Por ejemplo, en 1977, con la ayuda del inmortal clarinetista Spaso Berak, en un sencillo que completaba U Stambolu, na Bosforu. Para la posteridad quedan otras versiones del Doctor. La mayoría de ellas se conservan gracias a la existencia de los archivos de Radio Sarajevo. Además, debido a la inapelable popularidad de la pareja, el propio ente público bosnio realizó un mítico vídeo-clip, en el cual Polovina se metía, sin remisión, en el papel del enamorado. Una vez más, el mago de la sevdalinka demostraba su maestría, también, en el aspecto escenográfico.

En cuanto a la traducción, como hemos avanzado, es la joven Emina Sefić, que cuando vio la luz el poema, contaría unos 16 años, la protagonista absoluta. El narrador, como desprenden las primeras estrofas, anda irremediablemente prendado de los encantos de la adolescente: «Anoche, volviendo del cálido hamán, pasé por el jardín del viejo imán, y, allí, a la sombra de un jazmín, con una jarra en la mano, estaba Emina. Le ofrecí un salaam, lo hice, lo juro por mi fe, pero la bella Emina no quiso escucharme. En su lugar, sacó agua con su jarra de plata y se dispuso a regar las rosas«. A partir de aquí, el grado de obsesión del pretendiente comienza a ser un tanto enfermizo y preocupante. Sobre todo, porque, pese a los intentos de este por entablar conversación, Emina sigue ignorando a un tipo que, entre otras cosas, confiesa que muere por ella. Además, hemos de tener en cuenta que las versiones de Himzo, que varían, según la grabación, en cuanto a disposición de algunos versos, incorporan, tanto el clásico «Ašik, Ajša javaša, konja jaše subaša«, a modo de transición, como el añadido de la poetisa Katica, que reza lo siguiente: «El viejo poeta ha muerto, Emina ha muerto. El jardín de jazmines vacío está ahora. La jarra de agua yace rota, las flores se han marchitado, pero la canción de Emina, nunca morirá«. El popular añadido, de hecho, será también utilizado por otros artistas como Mostar Sevdah Reunion (en 2013), aunque acortado. También la banda respeta el orden establecido por el Doctor que, con respecto al texto original, establece un cambio y una pequeña modificación de la segunda estrofa, que pasa a convertirse en penúltima, justo antes del añadido posterior.

Regrabando un clásico

Pero, ¿cómo lleva adelante, tamaño reto interpretativo, nuestro admirado Himzo? Todos firmes, porque se avecinan más de siete minutos de desgarrador sentimiento. Una sobrecogedora introducción, encabezada por el violín, sirve para que Polovina se marque un breve recitado presentando la criatura. Inmediatamente, bordando lo sobrenatural, el Doctor afronta las primeras estrofas. La delicadeza con la cual acaricia las notas dispuestas es incomprensible para la mayoría de los mortales. Nunca, nadie, en ningún lugar, fue capaz de articular un registro tan bello y dramático, a partir de una textura vocal tan sedosa. Minuto y medio después del inicio, la criatura comienza a coger carrerilla, y clarinete y voz pasean por las empedradas callejuelas de Mostar cogidas de la mano. Transición instrumental sentidísima, pausa, y un Himzo, derrotado, afrontando una segunda mitad que eriza el bello de cualquier ser humano de buena fe. Reparen en la impecable pronunciación del maestro, y conmuévanse con la llegada del mágico «Ašik, Ajša…«, para tomar, directamente, ya sumidos en una delirante fiebre, la senda de la levitación propiciada por esa última transición instrumental que nos lleva, irremediablemente y aunque nos neguemos a reconocerlo, a esos versos cincelados por SevdaPolovina los recita completamente abatido, logrando registros de ensueño, y buscando cerrar una maravillosa página de la historia cultural de los Balcanes.

Hito de Mostar Sevdah Reunion

Por otra parte, y pese a lo osado de atreverse con tamaño diamante, son muchísimas las voces que, a lo largo de la historia, han querido abrazar a Emina. Voces de estilos dispares, a partir de adaptaciones dispares. De las varias que se marcó Ibrica Jusić (en 1977 o 2003), a las llevadas a cabo por Mostar Sevdah Reunion (una de sus escisiones titulo así su disco de 2007, y la liderada por Dragi Šestić, como avanzábamos, la incluyó en su Tales from a forgotten city de 2013), pasando por Nikola KolakovićPredrag Gojković CuneDivanhanaAmira Medunjanin, el trompetista y violinista esloveno Petar Ugrin (sorprendente su adaptación publicada en su disco Samo muzika de 1979), el batería Lala Kovačev (vía jazz, en su Balkan Impressions Vol. 2, de 1985), las gentes de 7 MladihJadranka StojakovićRade MladenovićNedeljko BilkićVukašin Jevtić o la mismísima Nada Mamula. Cuando, el 5 de agosto de 1986, un ataque al corazón acabó con la vida de Himzo Polovina, mientras descansaba, con su familia, en la localidad montenegrina de Plav, quienes le acompañaban no daban crédito. Apenas unos minutos antes, la voz de terciopelo había acariciado las notas de Emina.

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Emina

Anoche, volviendo del cálido hamán, 

pasé por el jardín del viejo imán.

Y, allí, a la sombra de un jazmín, 

con una jarra en la mano, estaba Emina. 

Le ofrecí un salaam, lo hice, lo juro por mi fe, 

pero la bella Emina no quiso escucharme. 

En su lugar, sacó agua con su jarra de plata 

y se dispuso a regar las rosas.

El viento soplaba entre las ramas y bajaba por su hermoso cuerpo, 

desenredando sus gruesas trenzas.

Su cabello despedía un aroma a jacintos azules, 

¡que consiguió marearme y confundirme!

Casi tropecé, sí, lo juro por mi fe, 

pero la hermosa Emina no vino a mí.

Ella tan solo me miró con el ceño fruncido, 

¡no le importa nada, a la muy traviesa, que yo esté muriendo por ella!

Cuando camina por el jardín, moviendo sus hombros…

¡Ni siquiera el amuleto de un predicador podría ayudarme!

¡Qué bella es! ¡Lo juro por mi fe!

¡Ni tan siquiera se avergonzaría si estuviera en la casa de un sultán!

El viejo poeta ha muerto, Emina ha muerto. 

El jardín de jazmines vacío está ahora. 

La jarra de agua yace rota, 

las flores se han marchitado, 

pero la canción de Emina, nunca morirá.

Traducción (bastante) libre: César Campoy

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