Por César Campoy.
Pocas voces son capaces de poder afrontar una creación tan bella. El tempo que imprime Omere, prvo gledanje reclama un control obsesivo de la respiración, así como un registro liviano, pero seguro. Todos estos requisitos, y muchos más, los cumple el más grande: Himzo Polovina que, ya en 1978, lidió con esta composición en el estudio. Fue en Radio Sarajevo, y allí cinceló un magnífico regalo sonoro en compañía de la Narodni Orkestar del ente. No obstante, la versión que a nosotros nos interesa vería la luz un año más tarde. En 1979, Jugoton editaba Kliknu vila sa vrha Porima, un disco brillante, registrado en los estudios CFS Košutnjak de Belgrado. Se trata de un cuidado trabajo que contó con arreglos de Edvin Ferizović e Ismet Alajbegović Šerbo, y la producción de Blagoje Košanin (con la ayuda de Aleksandar Radojčić), y en el cual jugó un papel determinante la magia sonora de la orquesta dirigida por el magnífico Boki Milošević. El resultado es una colección de diez piezas tratadas con un mimo supino, y momentos de misticismo absoluto como los logrados con las interpretaciones de U Trebinju gradu, Jasenice, nestalo ti gaza, Ali-paša na Hercegovini, Nema ljepše cure od malene Đule o nuestro Omere, prvo gledanje, cuya traducción vendría a ser algo así como Omer, tú fuiste mi primer novio.
Hablamos de un texto que, realmente, está a la altura de tan magna música. Una historia de desamor que carcome por dentro a una pobre joven: «Estuvimos festeando casi dos años. ¿Quién nos separó? ¿Quién nos enfrentó? Todo Mostar se pregunta. ¡Que su alma nunca vea el paraíso, y se retuerza y retuerza en el infierno!«. Como avanzábamos, la ejecución ideada por el doctor Polovina y Boki es fabulosa. El ambiente creado por Milošević, a partir de ese perfecto colchón que nunca deja de estar presente, traslada al oyente a un entorno onírico y ensoñador, y las emociones se disparan con los acariciantes solos (de acordeón y clarinete) que van haciendo acto de presencia a lo largo de esa insuperable muestra vocal que nos regala un Himzo en estado de gracia, y cuyo famoso y aflautado registro casa a la perfección con la filosofía de una composición subyugante y cautivadora. En definitiva, poco más de cuatro minutos de delicioso trance, coronados de manera modesta.
No resulta sencillo encontrar muchas otras versiones de este Omere, prvo gledanje registradas discográficamente. Nosotros reivindicamos la llevada a cabo por los Mostar Sevdah Reunion de Dragi Šestić en su Tales from a forgotten city, un disco, publicado en 2013 (Snail Records), que volvía a mostrar la vena más depurada y trabajada del proyecto. En aquella ocasión, la formación reclamaba la voz de Anja Rikalo para perfilar un delicado homenaje con especial protagonismo del piano. También a lo largo de este siglo XXI, más en concreto, en 2017, Sukrija Trako quiso rendir pleitesía a esta magnífica pieza en su trabajo Saz u Bosni (Hayat Production), a partir de una revisión hipnótica y capaz de sanar el espíritu más atormentado. En la misma línea, otros artistas de nueva generación como Božo Vrećo o Zanin Berbić tampoco han querido dejar pasar la ocasión para decir la suya en adaptaciones tan recomendables como reconfortantes.