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Por César Campoy.

Hablar de Voljelo se dvoje mladih (también conocido como Žute dunje) es hacerlo de uno de los himnos románticos más conmovedores de la historia musical de Yugoslavia. Como veremos más abajo, artistas de toda condición y generación se han venido rindiendo ante una pieza que invita al abrazo camarada y la lágrima viva. Nosotros hemos recurrido, evidentemente, a una de las versiones más tradicionales y antiguas que se conocen. Su publicación, por parte de Jugoton, está datada en 1962, y la lleva a cabo un Himzo Polovina, a esas alturas, ya conocido, y a punto de convertirse en leyenda a partir de la grabación, un par de años después, del sencillo compuesto por Emina y Hasanagin Sevdah (Što te nema). En esta última, de hecho, podemos establecer una conexión evidente con el vinilo en el cual hemos fijado nuestras miradas y que, visto lo visto, podría considerarse una avanzadilla de esta magna e histórica interpretación del Što te nema de 1964. 

Himzo precoz.

Decíamos que, dos años antes, había llegado a las estanterías de las tiendas el disco compuesto por Voljelo se dvoje mladih y Pod Skočićem trava pogažena. Tanto en esta criatura, como en su sucesora, el asunto instrumental corre a cargo de Ratomir Petković y, en Voljelo se dvoje mladih ya se anticipa, de manera clara, esa utilización del acordeón y las cuerdas para marcar un embriagador ritmo de vals que, en Hasanagin Sevdah, llevará al oyente a la levitación. Ambas, además, superan los seis minutos de duración, alargando la dulce agonía hasta límites insospechados. Al inicio de Žute dunje es el violín el que manda, mientras que en segundo plano se mantiene el acordeón. Con la entrada de Polovina se abren las puertas del cielo. En algún momento, incluso, los instrumentos paran para dejar solo al Doctor. Poco después, pasados los dos minutos, el ritmo de vals marca el inicio de un trance al cual se añade, solemne, el clarinete. Tan solo hemos recorrido la mitad del camino y la sensación de congojo es brutal. Larga transición para nuevo lucimiento de Himzo, con pincelada de Ratomir incluida y, de nuevo, el 3/4 que nos lleva, directos, a un previsible final. Acaba de nacer una obra maestra, además, fundamentada en un texto brillante y eterno, cuyo título podríamos traducir como Dos jóvenes estaban enamorados

Otra interpretación de altura.

La historia no tiene desperdicio. Resulta que, cuando estos deciden casarse, «los demonios» no lo permiten. La bella Fatma cae enferma y desea, fervientemente, comer membrillos amarillos de Estambul. Inmediatamente, su amado parte hacia allí para traérselos, pero pasan tres años, y nada sabemos de él. Un buen día, aparece con los membrillos, pero se encuentra a Fatma en el féretro. Desesperado, el amante pide que la descubran, «tan solo una vez más«, para poder besarla. Polovina volvería a publicar una nueva versión de esta preciada gema. Sería en 1972 (Jugoton), en el marco de su elepé Narodne pjesme iz Bosne i Hercegovine. De nuevo, Ratomir se pondría a su lado y, pese a que la duración se acortaría en un par de minutos, los arreglos de acordeón y clarinete son realmente fantásticos.

Una banda sonora emotiva.

Como avanzábamos al inicio, cuando hablamos de Voljelo se dvoje mladih lo hacemos de una de las canciones más populares de la región, que ha sido abordada por voces de lo más variopintas. Sí, en ella se han mecido las gargantas del universo tradicional de diversas épocas (de Hanka Paldum a Amira Medunjanin), pero también lo han hecho artistas que van de lo melódico al pop-rock. Y esa pasión despertada por nuestro tema en un abanico tan amplio de mensajeros ha sido el secreto en el cual se ha cimentado la universalidad de Žute dunje. Contribuyó mucho a ello la versión arreglada por Goran Bregović, que fue incluida en la banda sonora del filme Kuduz, dirigido por Ademir Kenović. En ella, a partir de un ambiente tremendamente melancólico, el incomparable Davorin Popović paseaba su arte con una pasmosa naturalidad. Eso hizo que, en algunas de sus apariciones posteriores, las gentes de Indexi la incorporaran a su repertorio. El éxito y la piel de gallina estaban asegurados. Siguiendo aquella estela, otras figuras de la música popular yugoslava fueron detrás. Es el caso de Crvena JabukaIbrica JusićKemal MontenoVlado Kreslin o Hari Mata Hari. Así pues, no lo duden y hagan la prueba: Cuando viajen por cualquiera de los rincones de lo que un día se llamó Yugoslavia, entonen esta canción. Encontrarán, seguro, un amigo.

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