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Por César Campoy.

Nacido, en 1938, cerca de Trebinje, Husein Kurtagić figura en un lugar destacado en esa clasificación de artistas todoterreno de la sevdalinka. Además de cantar, tocar el acordeón o producir, también es autor de algunos temas conocidos como Lijepa Fata (con música de Jovica Petković), Ne znam majkoBol bolujem, dragaVjetar nosi zuto lisce e Ima jedna cura (las cuatro, con letra de Nikola Škrba), Neću da plačem i neću da pijem o Svi me momci vole, que han grabado figuras como Beba SelimovićMile PetrovićRadmila JagodićMeho Zekić o Zora Dubljević, aunque su cima creadora (junto a Ibrahim Dedić) la alcanzó con la magníficamente inquietante Ne klepeći nanulama, una de las piezas más celebérrimas de la sevdalinka moderna, que tan bien supo entender Nedžad Salković. La de Kurtagić es una historia de superación ya que, siendo niño, y jugando en el campo con sus amigos, perdió totalmente la vista al estallarle una bomba sin explotar de la II Guerra Mundial. 

El simpático Husein.

A partir de ahí, acudió a una escuela especial, en la cual lo dio todo para convertirse en profesional de su mayor afición: la música. Y lo logró ya que todavía no había alcanzado la mayoría de edad cuando ya andaba pisando la moqueta de los estudios de Radio Sarajevo mientras Safet Isović o Himzo Polovina se deshacían en elogios hacia él; hacia su voz y hacia su persona. Porque, allá donde iba (a lo largo de su vida se relacionó con personalidades tan variadas como Ray CharlesIvo AndrićStevie Wonder Bill Gates), Husein solía despertar admiración debido al buen rollo que emanaba. 

Nada homenajea a Sarajevo.

La práctica totalidad de la cosecha sonora registrada por Kurtagić fue editada por Jugoton. En ella, el artista siempre combinó temas propios con otros creados por músicos contemporáneos como los hermanos PetkovićJozo PenavaOmer PobrićIsmet Alajbegović Šerbo o Zaim Imamović. De hecho, en el aspecto editor, frecuentó más canciones de nuevo cuño que clásicos universales. Estos los cultivó con más ahínco en Radio Sarajevo, como demuestran sus archivos. La pieza que hoy abordamos es una buena muestra de ello. La abordó, Husein, en 1982, en compañía de la Orquesta Nacional de la RTV de Sarajevo, y lo hizo con una seguridad que impresiona. 

Un volumen indispensable.

Tras una introducción oriental e hipnótica, la línea melódica es servida, a partes iguales y casi en igual volumen, por voz e instrumentos. Fíjense qué claras están las escalas, y reparen en la facilidad de Kurtagić para jugar con la respiración y modular los finales. Sin duda, una interpretación excepcional para una pieza que, como el lector adivinará, se convierte en un homenaje a la capital bosnia. Sarajevo, lugar encantador, reza su título. Tras él, un cúmulo de lisonjas, algunas de ellas bastante simplonas, que podrían aplicarse a casi cualquier ciudad del planeta: «Encantador tesoro, con tus jardines y tu sol radiante. Tienes manantiales que dan agua fría en verano. Hasta allí van chicas jóvenes. Entre ellas, mi amada, la más guapa de todas que, con su belleza, ha superado a las estrellas del cielo«.

Božidar fue de los primeros.

Son muchas las voces que han venido registrando su correspondiente homenaje a esta popular creación. Además, desde tiempos inmemoriales, lo cual nos ayuda a hacernos una idea del peso de esta canción en la historia de la sevdalinka. La primera (y misteriosa) referencia publicada que nos consta data de 1950, fue servida por Jugoton en formato shellac y la firma Božidar Ugoči, en compañía de la Tamburaški Orkestar Radio Sarajeva. Aquel sencillo lo completaba Leptirići mali. Seis años después, en un Bosanske narodne pjesme i plesovi (Jugoton, 1956) destinado al mercado internacional, Zaim Imamović unía sus fuerzas a su fiel Ismet Alajbegović Šerbo para crear una revisión de una espiritualidad brutal. La misma que lograron alcanzar, en 1962, Nada Mamula (aquel epé, publicado por PGP RTB, contaba con el apoyo instrumental de Žarko Milanović), y, en 1972, un Himzo Polovinaque la bordó en su imprescindible Narodne pjesme iz Bosne i Hercegovine (Jugoton), gracias al empuje de la orquesta de Ratomir Petković. En años posteriores, aunque no al mismo nivel, podemos encontrar interpretaciones como las de Mustafa Ezić (1974), Bora Drljača (1978), Nada Topčagić (1980) o Muhamed Mujkanović (1982). También la incorporaron a su repertorio, por cierto, otras leyendas como Isović o Salković.

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