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Por César Campoy. 

¿Versión orquestal o, simplemente, saz? De las primeras las hay, y muy recomendables, pero nosotros consideramos que esta magnífica pieza adquiere una dimensión superior si se brinda desnuda. Y, ¿quién mejor, para demostrarlo, que otro de los doctores que dedicaron buena parte de su vida a dignificar el noble arte del Sevadh? Nacido en 1937, en Srebrenik (en la zona de Tuzla), el gran Hašim Muharemović, reconocido médico epidemiólogo, alternó su profesión con otras de sus dos pasiones: la pintura y el saz. Con este último logró, tanto reivindicar tan sagrado instrumento, como demostrar que, en pleno siglo XXI (falleció en 2012), su vigencia era innegable.

Doktor je kod kuće.

Su repertorio está repleto de reinterpretaciones gloriosas de joyas del género. Una de ellas, por supuesto, es esta maravillosa Široka kita rakita que, antes, ya fue homenajeada por imprescindibles como Zuhdija Hasanagić, acompañado (efectivamente) al saz por Amir Haskić (en una versión alejada de la más conocida, y con diferente letra). Dos pioneros tan reivindicables como poco conocidos por el gran público. La revisión de Muharemović que hemos recuperado no hemos podido localizarla en ninguna de las referencias editadas oficialmente, así que todo apunta a que se trata de una grabación realizada, posiblemente, para Radio SarajevoHašim la afronta con una entereza que hiela la sangre. La manera en que voz e instrumento emprenden tan hipnótico sendero es sobrecogedora. La entonación depurada y los diferentes recursos vocales combinan a la perfección con una ejecución instrumental perfecta. Ambas van combinando esos compases de 2/4 y 3/4 con una emotividad resignada que huele a obra de arte. No podía ser de otra manera si de lo que se trataba era de acariciar el texto de esta pieza (existen diferentes adaptaciones, y Muharemović elige la más larga), que podríamos traducir como Gran sauce llorón, y que nos sirve una asombrosa historia. Resulta que, tan magno era el árbol, que prácticamente cubría la vista de un campo. Pero, por una rendija, el narrador contempla la procesión nupcial del poderoso Šemsi-beg, que lanza al aire su halcón para comprobar el lugar al cual se va a dirigir. Este, avezado, elige como destino el pecho de la elegida que, llorando, sentencia: «Mi corazón está partido en dos. Hasta hoy era una sirviente de mi madre, pero, desde este momento, soy sierva tuya«. 

Zekija Čuturić, sonriente.

Si usted también ha quedado prendado y necesita reconfortarse con otras interpretaciones de lujo de esta Široka kita rakita, no se preocupe. Acuda a una magistral que se marcó Himzo Polovina, con el apoyo de la orquesta de Ratomir Petković, y que apareció en el elepé Narodne pjesme iz Bosne i Hercegovine (Jugoton, 1972), u otra maravillosa a cargo de Zekija Čuturić, con la connivencia de la Tamburaški Orkestar de Radio Sarajevo. Como curiosidad, reparen en la breve pista de inicio del disco Tales from a forgotten city (Snail Records, 2013), de Mostar Sevdah Reunion. En ella, una viejecita Hurmeta Jugo entona nuestra tonada, pero con la letra de Omere, prvo gledanje.

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