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Por César Campoy.

Nos centramos hoy en otro de los himnos más populares del sentir sonoro de Bosnia-Herzegovina. Pocas celebraciones en la zona no vienen acompañadas, en cierto momento de delirio festivo, de un Vratnik pjeva que invita a la comunión coral del respetable. Además, en esta ocasión, nos hallamos ante una sevdalinka cuyos padres aparecen más que identificados. Pese a que, en algunos documentos, la autoría es atribuida a Zaim Imamović (tal vez, porque fue su voz la que la dio a conocer), sus padres no son otros que Ismet Alajbegović-Šerbo (música) y Nikola Škrba (texto). Ambos, como sabrán los habituales de lo Sevdah, son dos creadores básicos para entender la edad dorada del género, en la segunda mitad del siglo XX.

Para hablar del primero, nacido en 1925, en Sarajevo, tenemos que levantarnos de la silla y llevarnos la mano al corazón ya que, aparte de compositor, está considerado «El Acordeonista» (en mayúsculas) por excelencia. Tanto él como Zaim, nada más ser liberada la ciudad de Sarajevo, tras la II Guerra Mundial, se encargaron de poner en marcha la nueva Radio Sarajevo a golpe de tonada tradicional, lo que les convirtió en poco menos que héroes nacionales (de 1950 data una de sus primeras grabaciones con Jugoton: Evo srcu mom radosti). En poco tiempo, Ismet se había convertido en director y arreglista de la orquesta de la mítica emisora. Si a esto añadimos que trabajó, codo con codo, con artistas de la talla de Silvana Armenulić, Nada Mamula, Safet Isović y Himzo Polovina, entenderá el lector que poco más debamos añadir.

ismet

Ismet y su inseparable acordeón

Por su parte, Nikola Škrba atesora una historia de lo más curiosa. Nacido en la localidad rusa de Krasnoyarsk, en Siberia (y fallecido, en pleno asedio, de un ataque al corazón, en pleno Grbavica), también se convirtió en uno de los pilares de aquella primera Radio Sarajevo, ojo, a partir de su vertiente más humorística, y además, a partir de la jerga típica de la capital. Su nombre está unido, entre otros, al espacio Selo Veselo (junto a Nedeljko Opančić), al celebérrimo dúo (del que fue ideólogo) Momo i Uzeir, y, efectivamente, al de las letras de numerosas sevdalinkas, muchísimas de ellas, cinceladas junto a Ismet, aunque no sólo en su compañía, ya que Nikola también hizo buenas migas con otros grandísimos instrumentistas como el inmenso Jovica Petković, como ya vimos en la entrada de Sevdalinkas dedicada al hipnótico Halka kuca na vratima que interpretó, desde lo más profundo del alma, Rejhana Osmančević.

portada-original

He aquí la madre del cordero

Como hemos avanzado, nuestro querido Zaim Imamović trabajó, como compositor como intérprete, y en infinidad de ocasiones, con todos los autores mencionados. Él es el elegido para describir la versión del Vratnik pjeva que nos ocupa. Y lo es, porque la suya es una de las más míticas que se recuerdan, tal vez, porque se convirtió en la primera en ser grabada. Fue en 1965, vía Jugoton, cuando vio la luz uno de los epés más memorables de Zaim, un jeseni, tugo moja, que también desmenuzamos desde este foro. Mientras la cara A estaba compuesta por la pieza que le daba título y por Vratnik pjeva, la cara B se completaba con el Vraćam ti se, draga (también del dúo AlajbegovićŠkrba), además del Na đerđefu veze fata, creada por el propio Imamović, en compañía de Mile Bogunović. Como el lector comprenderá, Ismet y su orquesta son los encargados de poner la música. Nuestra composición de hoy, por cierto, seguirá acompañando al artista durante el resto de su vida, ya que aparecerá en varias recopilaciones, tanto personales, como colectivas. Entre ellas, la imprescindible Zaim Imamović de 1971 (Jugoton).

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Grandes éxitos

Nuestra pieza, cuyo título traducido vendría a ser Vratnik canta, como el lector más puesto adivinará, es una suerte de homenaje a una de las zonas con más solera de Sarajevo: el tradicional y antiquísimo barrio de (efectivamente) Vratnik. En su letra se lleva a cabo una reivindicación de tan pintoresco enclave: Que si «¿Qué sería de Sarajevo sin Vratnik?«, que si «allí la música nunca cesa«. De paso, se mencionan algunos de sus rincones más emblemáticos: Zmajevac y su bastión; sus puertas fortificadas de Ploča y Širokac (la traducción de vrat es puerta), o una de sus calles más antiguas, Vratnik-Mejdan, cuya plaza (mejdan significa plaza) se convirtió, hace cinco siglos, en un espacio de concurrido comercio, ya que marcaba la senda hacia Višegrad y, nada más y nada menos, que Estambul.

Sus diferentes bastiones (la zona estuvo fortificada debido a su estratégica localización) se han convertido, hoy, en miradores privilegiados desde donde Sarajevo es contemplada desde el alma. Además, visitar la capital y no recorrer sus cuestas para encontrarse con tesoros como muchas de sus viviendas, el hoy destartalado cuartel de Jajce (construido a principios del siglo XX para albergar a los soldados austro-húngaros estacionados en Bosnia-Herzegovina), la puerta de Višegrad, y las fortalezas de Bijela Tabija o  Žuta Tabija es un verdadero pecado.

VRATNIK

Sarajevo, visto desde Žuta Tabija

Cuantas más vueltas le damos al asunto, más convencidos estamos de que el de Zaim es el registro perfecto para desarrollar una pieza de este estilo. De perfil medio-alto, de la misma manera, los arreglos e interpretación diseñados por Ismet se ajustan a la perfección al objetivo planteado. La ejecución se inicia con una introducción instrumental en la que toda la orquesta ofrece, a una, su pizpireto tocar. Inmediatamente, la inconfundible voz de Imamović entra en escena. Segura, modulada, sin aspavientos. Como es él. Entre estrofa y estrofa, dos transiciones, la primera de ellas, a partir de un simpático pizzicato; la segunda, con el propio Alajbegović acariciando su acordeón. El final, sencillo, mantiene el pulso conservador de la pieza.

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Safet y el concierto del siglo

En cuanto a otras interpretaciones de este Vratnik pjeva, como ya apuntamos, las ha habido, a lo largo de la historia, a miles, en fiestas y despiporres varios. Editadas, eso sí, no tantas. Una de las más queridas, sin duda, la llevada a cabo por el gigante Safet Isović, tanto en estudio, como en vivo. De esta manera, en 2003, el sello Bosnaton publicó el disco Legenda o Bosni, en el cual Safet se ponía en las manos de Faruk H. Jažić para registrar (a partir de unos arreglos, tal vez, demasiado modernos) clásicos del género. El año siguiente, más en concreto, el 29 de mayo, se montaba en el pabellón olímpico sarajevita de Zetra uno de los saraos musicales más impresionantes que ha vivido la ciudad en los últimos lustros. Bajo un decorado que ríete tú de la Mezquita de Córdoba y Medina Azahara juntos, Isović se rodeaba de infinidad de amigos, de la Orkestar Sarajevske Filharmonije, y de un coro que ni el de Nabucco, para grabar un triple cedé en directo, Koncert uživo, imprescindible para los fans del artista.

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Ljubiša, otro apasionado del acordeón

Casi una década después, en 2012, el acordeonista belgradense Ljubiša Pavković publicaba, con la ayuda del sello PGP RTS, un triple cedé con setenta pistas y muchas más canciones, ya que, algunas de ellas, incluían varias suertes de pupurrís. La titulada Splet pesama iz Bosne i Hercegovine, de hecho, fusionaba nuestra Vratnik pjeva con Ja zagrizoh zeleniku jabuku y Prodjoh kroz goru. Cosas de la vida, y como apuntábamos al principio, la primera era atribuida a Zaim Imamović. Además de todas estas revisiones publicadas, como es de rigor, en el amplio y jugoso archivo de Radio Sarajevo también podemos toparnos con otros homenajes en la voz de artistas como Kadira Čano o Sejo Pitić.

3 pensamientos en “Vratnik pjeva – Zaim Imamović

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